Encontrados 1973 resultados para: oso

  • Salgamos nosotros también del campamento, para ir hacia él, cargando su deshonra. (Hebreos 13, 13)

  • Rueguen por nosotros. En realidad, estamos convencidos de tener buena conciencia, ya que nuestra intención es proceder correctamente en todo. (Hebreos 13, 18)

  • Todo lo que es bueno y perfecto es un don de lo alto y desciende del Padre de los astros luminosos, en quien no hay cambio ni sombra de declinación. (Santiago 1, 17)

  • Si alguien cree que es un hombre religioso, pero no domina su lengua, se engaña a sí mismo y su religiosidad es vacía. (Santiago 1, 26)

  • ¿No son ellos los que blasfeman contra el Nombre tan hermoso que ha sido pronunciado sobre ustedes? (Santiago 2, 7)

  • No piensen que la Escritura afirma en vano: El alma que Dios puso en nosotros está llena de deseos envidiosos. (Santiago 4, 5)

  • Tengan paciencia, hermanos, hasta que llegue el Señor. Miren cómo el sembrador espera el fruto precioso de la tierra, aguardando pacientemente hasta que caigan las lluvias del otoño y de la primavera. (Santiago 5, 7)

  • Porque nosotros llamamos felices a los que sufrieron con paciencia. Ustedes oyeron hablar de la paciencia de Job, y saben lo que hizo el Señor con él, porque el Señor es compasivo y misericordioso. (Santiago 5, 11)

  • Elías era un hombre como nosotros, y sin embargo, cuando oró con insistencia para que no lloviera, no llovió sobre la tierra durante tres años y seis meses. (Santiago 5, 17)

  • sepan que el que hace volver a un pecador de su mal camino salvará su vida de la muerte y obtendrá el perdón de numerosos pecados. (Santiago 5, 20)

  • Que su elegancia no sea el adorno exterior -consistente en peinados rebuscados, alhajas de oro y vestidos lujosos- (I Pedro 3, 3)

  • En fin, vivan todos unidos, compartan las preocupaciones de los demás, ámense como hermanos, sean misericordiosos y humildes. (I Pedro 3, 8)


“Amar significa dar aos outros – especialmente a quem precisa e a quem sofre – o que de melhor temos em nós mesmos e de nós mesmos; e de dá-lo sorridentes e felizes, renunciando ao nosso egoísmo, à nossa alegria, ao nosso prazer e ao nosso orgulho”. São Padre Pio de Pietrelcina