Encontrados 443 resultados para: libro de Josué

  • Josué, hijo de Nun, convocó a los sacerdotes y les dijo: "Levanten el Arca de la Alianza, y que siete sacerdotes lleven siete trompetas de cuerno delante del Arca del Señor". (Josué 6, 6)

  • En seguida se hizo lo que Josué había dicho al pueblo: los siete sacerdotes que llevaban las siete trompetas de cuerno delante del Señor, avanzaron tocando las trompetas, mientras el Arca de la Alianza del Señor iba detrás de ellos. (Josué 6, 8)

  • Pero Josué dio esta orden al pueblo: "No lancen ningún grito de guerra ni dejen oír sus voces; que no salga de la boca de ustedes ninguna palabra, hasta que yo les diga: ‘¡Griten!’. Sólo entonces gritarán". (Josué 6, 10)

  • A la mañana siguiente, Josué se levantó de madrugada y los sacerdotes tomaron el Arca del Señor. (Josué 6, 12)

  • Al dar la séptima vuelta, los sacerdotes tocaron con más fuerza las trompetas, y Josué dijo al pueblo: "Lancen el grito de guerra, porque el Señor les entrega la ciudad. (Josué 6, 16)

  • Josué dijo a los dos hombres que habían explorado el país: "Entren en la casa de la prostituta y hagan salir a esa mujer con todo lo que le pertenece, como se lo han jurado". (Josué 6, 22)

  • Josué dejó con vida a Rajab, la prostituta, a su familia y a todo lo que le pertenecía, y ella habitó en medio de Israel hasta el día de hoy, por haber ocultado a los emisarios que Josué había enviado para explorar Jericó. (Josué 6, 25)

  • En aquel tiempo Josué hizo pronunciar el siguiente juramento delante del Señor: "¡Maldito el hombre que intente reconstruir esta ciudad de Jericó! ¡Pondrá los cimientos sobre su primogénito, y colocará las puertas sobre su hijo menor!". (Josué 6, 26)

  • El Señor acompañó a Josué, y su fama se extendió por toda la tierra. (Josué 6, 27)

  • Desde Jericó, Josué envió unos hombres a Ai, que está cerca de Bet Aven, al este de Betel, con esta consigna: "Suban a explorar la región". Los hombres subieron hasta Ai, la exploraron, (Josué 7, 2)

  • y cuando estuvieron de regreso, dijeron a Josué: "No es necesario que se movilice toda la gente. Dos o tres mil hombres bastan para derrotar a Ai. No fatigues a todos haciéndolos ir hasta allá, porque ellos son unos pocos". (Josué 7, 3)

  • Josué desgarró sus vestiduras y se postró hasta la tarde delante del Arca del Señor, con el rostro en tierra. Los ancianos de Israel hicieron lo mismo, y todos esparcieron polvo sobre sus cabezas. (Josué 7, 6)


“As almas não são oferecidas como dom; compram-se. Vós ignorais quanto custaram a Jesus. É sempre com a mesma moeda que é preciso pagá-las”. São Padre Pio de Pietrelcina