Encontrados 1779 resultados para: entonces

  • sino que han sido comprados, ¡y a qué precio! Glorifiquen entonces a Dios en sus cuerpos. (I Corintios 6, 20)

  • ¿Cuál es entonces mi recompensa? Predicar gratuitamente la Buena Noticia, renunciando al derecho que esa Buena Noticia me confiere. (I Corintios 9, 18)

  • ¿No saben que en el estadio todos corren, pero uno solo gana el premio? Corran, entonces, de manera que lo ganen. (I Corintios 9, 24)

  • Pero si alguien les dice: «Esto ha sido sacrificado a los ídolos», entonces no lo coman, en consideración del que los previno y por motivos de conciencia. (I Corintios 10, 28)

  • ¿Qué debo hacer entonces? Orar con el espíritu y también con la inteligencia, cantar himnos con el espíritu y también con la inteligencia. (I Corintios 14, 15)

  • Cuando lo que es corruptible se revista de la incorruptibilidad y lo que es mortal se revista de la inmortalidad, entonces se cumplirá la palabra de la Escritura: La muerte ha sido vencida. (I Corintios 15, 54)

  • Porque el amor de Cristo nos apremia, al considerar que si uno solo murió por todos, entonces todos han muerto. (II Corintios 5, 14)

  • Nosotros somos, entonces, embajadores de Cristo, y es Dios el que exhorta a los hombres por intermedio nuestro. Por eso, les suplicamos en nombre de Cristo: Déjense reconciliar con Dios. (II Corintios 5, 20)

  • Pruébenles entonces su amor, y lo bien fundado de nuestro orgullo por ustedes delante de las Iglesias. (II Corintios 8, 24)

  • No es de extrañar, entonces, que sus servidores se disfracen de servidores de la justicia. Pero su fin será digno de sus obras. (II Corintios 11, 15)

  • Por eso, me complazco en mis debilidades, en los oprobios, en las privaciones, en las persecuciones y en las angustias soportadas por amor de Cristo; porque cuando soy débil, entonces soy fuerte. (II Corintios 12, 10)

  • Entonces tendrán que reconocer -así lo espero- que ella no se vuelve contra nosotros. (II Corintios 13, 6)


Como distinguir uma tentação de um pecado e como estar certo de que não se pecou? – perguntou um penitente. Padre Pio sorriu e respondeu: “Como se distingue um burro de um homem? O burro tem de ser conduzido; o homem conduz a si mesmo!” São Padre Pio de Pietrelcina