Encontrados 474 resultados para: columna de fuego

  • de su nariz se alzó una humareda, de su boca, un fuego abrasador, y arrojaba carbones encendidos. (II Samuel 22, 9)

  • el que las toca se arma de un hierro o del asta de una lanza, y allí mismo son consumidas por el fuego. (II Samuel 23, 7)

  • Jirám modeló las dos columnas de bronce. La altura de una columna era de nueve metros y un hilo de seis metros medía su contorno. La segunda columna era idéntica a la primera. (I Reyes 7, 15)

  • Él erigió esas columnas junto al vestíbulo del Templo: erigió la columna derecha, y la llamó Iaquín; erigió también la columna izquierda, y la llamó Boaz. (I Reyes 7, 21)

  • porque son tu pueblo y tu herencia, la que tú hiciste salir de Egipto, del horno de fuego. (I Reyes 8, 51)

  • Cuando Zimrí vio que la ciudad era tomada, entró en el torreón del palacio real, prendió fuego al palacio y así murió. (I Reyes 16, 18)

  • Traigamos dos novillos; que ellos se elijan uno, que lo despedacen y lo pongan sobre la leña, pero sin prender fuego. Yo haré lo mismo con el otro novillo: lo pondré sobre la leña y tampoco prenderé fuego. (I Reyes 18, 23)

  • Ustedes invocarán el nombre de su dios y yo invocaré el nombre del Señor: el dios que responda enviando fuego, ese es Dios". Todo el pueblo respondió diciendo: "¡Está bien!". (I Reyes 18, 24)

  • Elías dijo a los profetas de Baal: "Elíjanse un novillo y prepárenlo ustedes primero, ya que son los más numerosos; luego invoquen el nombre de su dios, pero no prendan fuego". (I Reyes 18, 25)

  • Entonces cayó el fuego del Señor: Abrazó el holocausto, la leña, las piedras y la tierra, y secó el agua de la zanja. (I Reyes 18, 38)

  • Después del terremoto, se encendió un fuego. Pero el Señor no estaba en el fuego. Después del fuego, se oyó el rumor de una brisa suave. (I Reyes 19, 12)

  • Elías respondió al oficial: "Si yo soy un hombre de Dios, que baje fuego del cielo y te devore, a ti y a tus cincuenta hombres". Y bajó fuego del cielo y lo devoró, a él y a sus cincuenta hombres. (II Reyes 1, 10)


“Quando te encontrares diante de Deus, na oração considera-te banhado na luz da verdade, fala-lhe se puderes, deixa simplesmente que te veja e não tenhas preocupação alguma”. São Padre Pio de Pietrelcina