Encontrados 314 resultados para: cabeza

  • ¿Es este acaso el ayuno que yo amo, el día en que el hombre se aflige a sí mismo? Doblar la cabeza como un junco, tenderse sobre el cilicio y la ceniza: ¿a eso lo llamas ayuno y día aceptable al Señor? (Isaías 58, 5)

  • Él se puso la justicia por coraza y sobre su cabeza, el casco de la salvación; se vistió con la ropa de la venganza y se envolvió con el manto del celo. (Isaías 59, 17)

  • También de allí tendrás que salir con las manos sobre tu cabeza, porque el Señor ha rechazado a aquellos en los que confías, y no te irá bien con ellos. (Jeremías 2, 37)

  • ¡Ojalá mi cabeza se convirtiera en llanto y mis ojos en fuente de lágrimas, para llorar de día y de noche por las víctimas de la hija de mi pueblo! (Jeremías 8, 23)

  • Digan al rey y a la reina madre: Siéntense en el suelo, porque se les ha caído de la cabeza la corona de gloria. (Jeremías 13, 18)

  • Los nobles mandan a sus criados en busca de agua; ellos van a las cisternas, pero no encuentran agua; vuelven con los cántaros vacíos; avergonzados y confundidos, se agarran la cabeza. (Jeremías 14, 3)

  • Al ver el suelo agrietado, porque no hay lluvia en el país, los campesinos, avergonzados, se agarran la cabeza. (Jeremías 14, 4)

  • Grandes y pequeños morirán en este país; no serán enterrados ni llorados, y nadie se hará incisiones ni se rapará la cabeza por ellos. (Jeremías 16, 6)

  • Así han hecho de su país una devastación, un motivo de burla perpetua. Todo el que pase por allí se quedará pasmado y moverá la cabeza. (Jeremías 18, 16)

  • Miren el huracán del Señor: se ha desencadenado el furor, se desata el torbellino, y se abate sobre la cabeza de los malvados. (Jeremías 23, 19)

  • ¡Miren el huracán del Señor, ha estallado el furor, arrecia la tempestad, gira sobre la cabeza de los malvados! (Jeremías 30, 23)

  • Gaza se rapó la cabeza, Ascalón está perdida. Asdod, resto de los anaquitas, ¿hasta cuándo te harás incisiones? (Jeremías 47, 5)


“É necessário manter o coração aberto para o Céu e aguardar, de lá, o celeste orvalho.” São Padre Pio de Pietrelcina