Encontrados 109 resultados para: Toma

  • Hijo de hombre, habla a la gente de tu pueblo. Tú les dirás: Si yo hago venir la espada contra un país, la gente de ese país toma a uno de sus hombres y lo pone como centinela; (Ezequiel 33, 2)

  • Hijo de hombre, toma un trozo de madera y escribe sobre él: "Judá y los israelitas que le están unidos". Toma después otro trozo y escribe: "José, madera de Efraím, y toda la casa de Israel unida a él". (Ezequiel 37, 16)

  • Habacuc exclamó: "Daniel, Daniel, toma la comida que el Señor te envía". (Daniel 14, 37)

  • Comienzo de lo que habló el Señor por medio de Oseas. El Señor le dijo: "Ve, toma por esposa a una mujer entregada a la prostitución, y engendra hijos de prostitución, porque el país no hace más que prostituirse, apartándose del Señor". (Oseas 1, 2)

  • ¡Abastécete de agua para el asedio, refuerza tus defensas, entra en el barro y pisa la arcilla, toma el molde para los ladrillos! (Nahún 3, 14)

  • El Señor me dijo: Toma ahora la mochila de un pastor insensato. (Zacarías 11, 15)

  • Después de la partida de los magos, el Ángel del Señor se apareció en sueños a José y le dijo: «Levántate, toma al niño y a su madre, huye a Egipto y permanece allí hasta que yo te avise, porque Herodes va a buscar al niño para matarlo». (Mateo 2, 13)

  • y le dijo: «Levántate, toma al niño y a su madre, y regresa a la tierra de Israel, porque han muerto los que atentaban contra la vida del niño». (Mateo 2, 20)

  • Para que ustedes sepan que el Hijo del hombre tiene sobre la tierra el poder de perdonar los pecados -dijo al paralítico- levántate, toma tu camilla y vete a tu casa». (Mateo 9, 6)

  • El que no toma su cruz y me sigue, no es digno de mí. (Mateo 10, 38)

  • Sin embargo, para no escandalizar a esta gente, ve al lago, echa el anzuelo, toma el primer pez que salga y ábrele la boca. Encontrarás en ella una moneda de plata: tómala, y paga por mí y por ti». (Mateo 17, 27)

  • Toma lo que es tuyo y vete. Quiero dar a este que llega último lo mismo que a ti. (Mateo 20, 14)


“Pobres e desafortunadas as almas que se envolvem no turbilhão de preocupações deste mundo. Quanto mais amam o mundo, mais suas paixões crescem, mais queimam de desejos, mais se tornam incapazes de atingir seus objetivos. E vêm, então, as inquietações, as impaciências e terríveis sofrimentos profundos, pois seus corações não palpitam com a caridade e o amor. Rezemos por essas almas desafortunadas e miseráveis, para que Jesus, em Sua infinita misericórdia, possa perdoá-las e conduzi-las a Ele.” São Padre Pio de Pietrelcina