Encontrados 1247 resultados para: Ram

  • donde estaba el altar que había erigido la primera vez. Allí Abrám invocó el nombre del Señor. (Génesis 13, 4)

  • Lot, que acompañaba a Abrám, también tenía ovejas, vacas y carpas. (Génesis 13, 5)

  • Por eso, se produjo un altercado entre los pastores de Abrám y los de Lot. En ese tiempo, los cananeos y los perizitas ocupaban el país. (Génesis 13, 7)

  • Abrám dijo a Lot: "No quiero que haya altercados entre nosotros dos, ni tampoco entre tus pastores y los míos, porque somos hermanos. (Génesis 13, 8)

  • Abrám permaneció en Canaán, mientras que Lot se estableció entre las ciudades de la región baja, poniendo su campamento cerca de Sodoma. (Génesis 13, 12)

  • El Señor dijo a Abrám, después que Lot se separó de él: "Levanta los ojos, y desde el lugar donde éstas, mira hacia el norte y el sur, hacia el este y el oeste, (Génesis 13, 14)

  • Entonces Abrám trasladó su campamento y fue a establecerse junto al encinar de Mamré, que está en Hebrón. Allí erigió un altar al Señor. (Génesis 13, 18)

  • se llevaron a Lot, el sobrino de Abrám con toda su hacienda, porque él vivía entonces en Sodoma. (Génesis 14, 12)

  • Un fugitivo llevó la noticia a Abrám, el hebreo, que estaba acampado en el encinar de Mamré, el amorreo, hermano de Escol y de Aner; estos, a su vez, eran aliados de Abrám. (Génesis 14, 13)

  • Al enterarse de que su pariente Lot había sido llevado cautivo, Abrám reclutó a la gente que estaba a su servicio -trescientos dieciocho hombres nacidos en su casa- y persiguió a los invasores hasta Dan. (Génesis 14, 14)

  • Así Abrám recuperó todos los bienes, lo mismo que a su pariente Lot con su hacienda, las mujeres y la gente. (Génesis 14, 16)

  • Cuando Abrám volvía de derrotar a Quedorlaomer y a los reyes que lo acompañaban, el rey de Sodoma salió a saludarlo en el valle de Savé, o sea el valle del Rey. (Génesis 14, 17)


“Pobres e desafortunadas as almas que se envolvem no turbilhão de preocupações deste mundo. Quanto mais amam o mundo, mais suas paixões crescem, mais queimam de desejos, mais se tornam incapazes de atingir seus objetivos. E vêm, então, as inquietações, as impaciências e terríveis sofrimentos profundos, pois seus corações não palpitam com a caridade e o amor. Rezemos por essas almas desafortunadas e miseráveis, para que Jesus, em Sua infinita misericórdia, possa perdoá-las e conduzi-las a Ele.” São Padre Pio de Pietrelcina