Encontrados 58 resultados para: Querubines

  • "Señor de los ejércitos, Dios de Israel, que tienes tu trono sobre los querubines: tú solo eres el Dios de todos los reinos de la tierra, tú has hecho el cielo y la tierra. (Isaías 37, 16)

  • La gloria del Dios de Israel se levantó de encima de los querubines sobre los cuales estaba, se dirigió hacia el umbral de la Casa, y llamó al hombre vestido de lino que tenía la cartera de escriba en la cintura. (Ezequiel 9, 3)

  • Yo miré, y sobre la plataforma que estaba encima de la cabeza de los querubines, había como una piedra de zafiro: por encima de ellos, se veía algo así como la figura de un trono. (Ezequiel 10, 1)

  • El Señor dijo al hombre vestido de lino: "Entra en medio del círculo, debajo del querubín, llena tus manos con las brasas incandescentes que están entre los querubines, y espárcelas sobre la ciudad". Y el hombre entró allí, ante mis propios ojos. (Ezequiel 10, 2)

  • Cuando el hombre entró, los querubines estaban a la derecha de la Casa y la nube llenaba el atrio interior. (Ezequiel 10, 3)

  • El ruido de las alas de los querubines se oyó hasta en el atrio exterior, como la voz del Todopoderoso cuando habla. (Ezequiel 10, 5)

  • Cuando el Señor ordenó al hombre vestido de lino que tomara fuego de en medio del círculo, entre los querubines, el hombre avanzó y se detuvo al lado de la rueda. (Ezequiel 10, 6)

  • El querubín extendió su mano hacia el fuego que estaba entre los querubines, lo tomó y lo puso en las manos del hombre vestido de lino: este lo recibió y salió. (Ezequiel 10, 7)

  • Entonces apareció bajo las alas de los querubines algo así como una mano de hombre. (Ezequiel 10, 8)

  • Yo miré, y vi que había cuatro ruedas al lado de los querubines, una al lado de cada uno, y el aspecto de las ruedas era brillante como el topacio. (Ezequiel 10, 9)

  • Los querubines se elevaron: eran los mismos seres vivientes que yo había visto a orillas del río Quebar. (Ezequiel 10, 15)

  • Cuando los querubines avanzaban, las ruedas avanzaban al lado de ellos, y cuando desplegaban sus alas para elevarse por encima del suelo, las ruedas no se apartaban de su lado. (Ezequiel 10, 16)


“Meu Deus, perdoa-me. Nunca Te ofereci nada na minha vida e, agora, por este pouco que estou sofrendo, em comparação a tudo o que Tu sofreste na Cruz, eu reclamo injustamente!” São Padre Pio de Pietrelcina