Encontrados 85 resultados para: Eliseo

  • Al ver esto, Eliseo gritó: "¡Padre mío! ¡Padre mío! ¡Carro de Israel y su caballería!". Y cuando no lo vio más, tomó sus vestiduras y las rasgó en dos pedazos. (II Reyes 2, 12)

  • Después, con el manto que se le había caído a Elías, golpeó las aguas, pero estas no se dividieron. Entonces dijo: "¿Dónde está el Señor, el Dios de Elías?". El golpeó otra vez las aguas; estas se dividieron hacia uno y otro lado, y Eliseo cruzó. (II Reyes 2, 14)

  • El grupo de profetas de Jericó, que lo habían visto de enfrente, dijeron: "¡El espíritu de Elías se ha posado sobre Eliseo!". En seguida fueron a su encuentro, se postraron hasta el suelo delante de él, (II Reyes 2, 15)

  • Cuando regresaron junto a Eliseo, que se había quedado en Jericó, él les dijo: "¿No les había dicho que no fueran?". (II Reyes 2, 18)

  • La gente de la ciudad dijo a Eliseo: "El sitio donde está emplazada la ciudad es bueno, como mi señor puede ver; pero el agua es malsana y la tierra, estéril". (II Reyes 2, 19)

  • Eliseo dijo: "Tráiganme un plato nuevo y pongan en él un poco de sal". Cuando se lo trajeron, (II Reyes 2, 20)

  • Eliseo se dirigió al manantial y echó allí la sal, diciendo: "Así habla el Señor: Yo saneo estas aguas; ya no saldrá de aquí muerte ni esterilidad". (II Reyes 2, 21)

  • Y las aguas quedaron saneadas hasta el día de hoy, conforme a la palabra pronunciada por Eliseo. (II Reyes 2, 22)

  • Josafat, por su parte, preguntó: "¿No hay aquí un profeta del Señor, para que podamos consultar al Señor?". Uno de los servidores del rey de Israel tomó la palabra y dijo: "Aquí está Eliseo, hijo de Safat, el que derramaba agua sobre las manos de Elías". (II Reyes 3, 11)

  • Y Josafat afirmó: "La palabra del Señor está con él". El rey de Israel, el rey de Judá y el rey de Edóm bajaron hacia donde estaba Eliseo, (II Reyes 3, 12)

  • Eliseo respondió: "¡Por la vida del Señor de los ejércitos, a quien sirvo! Si no fuera por consideración a Josafat, rey de Judá, no te tendría en cuenta y ni siquiera te miraría. (II Reyes 3, 14)

  • Pero ahora, tráiganme un músico". Y mientras el músico pulsaba las cuerdas, la mano del Señor se posó sobre Eliseo, (II Reyes 3, 15)


“Não queremos aceitar o fato de que o sofrimento é necessário para nossa alma e de que a cruz deve ser o nosso pão cotidiano. Assim como o corpo precisa ser nutrido, também a alma precisa da cruz, dia a dia, para purificá-la e desapegá-la das coisas terrenas. Não queremos entender que Deus não quer e não pode salvar-nos nem santificar-nos sem a cruz. Quanto mais Ele chama uma alma a Si, mais a santifica por meio da cruz.” São Padre Pio de Pietrelcina