Encontrados 88 resultados para: Bendición Sacerdotal

  • porque no acogieron a los israelitas con pan y agua, sino que contrataron contra ellos a Balaám para que los maldijera, pero nuestro Dios cambió la maldición en bendición". (Nehemías 13, 2)

  • Entonces Ragüel bendijo al Dios del cielo, diciendo: "¡Bendito seas, Señor, con la más pura bendición! ¡Que te bendigan por todos los siglos! (Tobías 8, 15)

  • Por la mañana temprano, partieron juntos para la boda. Al llegar a la casa de Ragüel, encontraron a Tobías sentado a la mesa. Tobías se levantó de un salto y lo saludó. Gabael lloró y lo bendijo con estas palabras: "¡Qué hijo tan bueno de un padre excelente, justo y generoso! Que el Señor te dé la bendición del Cielo a ti y a tu mujer, a tu padre y a los padres de tu mujer. ¡Bendito sea Dios, que me ha permitido ver el vivo retrato de mi primo Tobit!". (Tobías 9, 6)

  • Después se acercó a Sara, la esposa de su hijo Tobías, y la bendijo, diciendo: "¡Bienvenida, hija mía! ¡Bendito sea Dios, que te trajo hasta nosotros! ¡Bendito sea tu padre, bendito sea mi hijo Tobías, y bendita seas tú, hija mía! ¡Entra en tu casa con gozo y bendición!". (Tobías 11, 17)

  • El desesperado me hacía llegar su bendición, y yo alegraba el corazón de la viuda. (Job 29, 13)

  • ¡En ti, Señor, está la salvación, y tu bendición sobre tu pueblo! Pausa (Salmos 3, 9)

  • él recibirá la bendición del Señor, la recompensa de Dios, su salvador. (Salmos 24, 5)

  • Que perdure su nombre para siempre y su linaje permanezca como el sol; que él sea la bendición de todos los pueblos y todas las naciones lo proclamen feliz. (Salmos 72, 17)

  • Amó la maldición: que recaiga sobre él; no quiso la bendición: que se retire de él. (Salmos 109, 17)

  • Y nadie comenta al pasar: "El Señor los ha bendecido". Descienda sobre ustedes nuestra bendición, en el nombre del Señor. (Salmos 129, 8)

  • Es como el rocío del Hermón que cae sobre las montañas de Sión. Allí el Señor da su bendición, la vida para siempre. (Salmos 133, 3)

  • La bendición del Señor es la que enriquece, y nada le añade nuestro esfuerzo. (Proverbios 10, 22)


“Pobres e desafortunadas as almas que se envolvem no turbilhão de preocupações deste mundo. Quanto mais amam o mundo, mais suas paixões crescem, mais queimam de desejos, mais se tornam incapazes de atingir seus objetivos. E vêm, então, as inquietações, as impaciências e terríveis sofrimentos profundos, pois seus corações não palpitam com a caridade e o amor. Rezemos por essas almas desafortunadas e miseráveis, para que Jesus, em Sua infinita misericórdia, possa perdoá-las e conduzi-las a Ele.” São Padre Pio de Pietrelcina