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Ustedes saben que fueron rescatados de la vana conducta heredada de sus padres, no con bienes corruptibles, como el oro y la plata, (I Pedro 1, 18)
Por su obediencia a la verdad, ustedes se han purificado para amarse sinceramente como hermanos. Ámense constantemente los unos a los otros con un corazón puro, (I Pedro 1, 22)
como quienes han sido engendrados de nuevo, no por un germen corruptible, sino incorruptible: la Palabra de Dios, viva y eterna. (I Pedro 1, 23)
Porque toda carne es como hierba y toda su gloria como flor del campo: la hierba se seca y su flor se marchita, (I Pedro 1, 24)
Como niños recién nacidos, deseen la leche pura de la Palabra, que los hará crecer para la salvación, (I Pedro 2, 2)
también ustedes, a manera de piedras vivas, son edificados como una casa espiritual, para ejercer un sacerdocio santo y ofrecer sacrificios espirituales, agradables a Dios por Jesucristo. (I Pedro 2, 5)
Queridos míos, yo los exhorto, como a gente de paso y extranjeros: no cedan a los deseos carnales que combaten contra el alma. (I Pedro 2, 11)
Observen una buena conducta en medio de los paganos y así, los mismos que ahora los calumnian como a malhechores, al ver sus buenas obras, tendrán que glorificar a Dios el día de su Visita. (I Pedro 2, 12)
Respeten a toda autoridad humana como quiere el Señor: (I Pedro 2, 13)
ya sea al rey, porque es el soberano, ya sea a los gobernadores, como delegados por él para castigar a los que obran el mal y recompensar a los que practican el bien. (I Pedro 2, 14)
Procedan como hombres verdaderamente libres, obedeciendo a Dios, y no como quienes hacen de la libertad una excusa para su malicia. (I Pedro 2, 16)
Porque antes andaban como ovejas perdidas, pero ahora han vuelto al Pastor y Guardián de ustedes. (I Pedro 2, 25)