Encontrados 51 resultados para: segunda

  • Pero por segunda vez el ángel de Yavé lo despertó diciendo: «Levántate y come; si no, el camino será demasiado largo para ti.» (1 Reyes 19, 7)

  • Por segunda vez mandaron un mensajero que, al llegar donde ellos, les dijo: «El rey quiere saber si hay alguna novedad.» Y Jehú respondió nuevamente: «No te preocupes por la novedad. Pasa tras de mí y sígueme.» (2 Reyes 9, 19)

  • Pero él les mandó una segunda carta, que decía: «Si son de mi partido y de los que me obedecen, tomen las cabezas de los hijos del rey, su señor, y vengan mañana a conversar conmigo a estas horas en Jezrael.» Los hijos del rey eran setenta y se criaban en las casas de las familias más importantes de la ciudad. (2 Reyes 10, 6)

  • Tocó la primera suerte a Yoyarib; la segunda a Jedaías; (1 Crónicas 24, 7)

  • La primera suerte recayó para Asaf sobre José; él y sus hijos y hermanos, doce. La segunda sobre Guedalías con sus hermanos e hijos, doce. (1 Crónicas 25, 9)

  • La vigésimo segunda, sobre Guidaltí, sus hijos y hermanos, doce. (1 Crónicas 25, 28)

  • Ester fue, por segunda vez, a hablar con el rey para suplicarle que dejase sin efecto las medidas adoptadas por Amán en contra de los judíos. Postrada a sus pies, lloraba y le rogaba para que no se cumplieran sus malas intenciones. (Ester 8, 3)

  • Ester, con su autoridad de reina, estampó su firma en esta segunda carta para que tuviera más valor. (Ester 9, 29)

  • Con este fin les he pedido la opinión a mis consejeros, y uno de ellos, Amán, conocido por su elevado criterio, por su total dedicación y por su fidelidad a toda prueba, que es la segunda persona importante del imperio, nos ha hecho la siguiente denuncia: (Ester 13, 3)

  • a la segunda, «Canela» y a la tercera, «Frasco de Perfumes». (Job 42, 14)

  • Por esta época, Antíoco preparaba una segunda expedición a Egipto. (2 Macabeos 5, 1)

  • Puso los cimientos de la segunda muralla y rodeó el Santuario con una fortificación. (Sirácides (Eclesiástico) 50, 2)


“Sejam como pequenas abelhas espirituais, que levam para sua colméia apenas mel e cera. Que, por meio de sua conversa, sua casa seja repleta de docilidade, paz, concórdia, humildade e piedade!” São Padre Pio de Pietrelcina