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El resto de Israel, de los sacerdotes y levitas residían en todas las ciudades de Judá, cada uno en su propiedad. (Nehemías 11, 20)
El resto de los israelitas, de los sacerdotes y levitas se estableció en todas las ciudades de Judá, cada uno en su propiedad y en los poblados situados en los campos. Parte de los hijos de Judá habitaban en Quiryat-Arbá y sus aldeas dependientes, en Dibón y sus aldeas dependientes, en Jecabseel y sus poblados, (Nehemías 11, 25)
Por su parte, los edomitas y amonitas acamparon en la montaña frente a Dotán, y mandaron a algunos al sur y al este frente a Egrebel, que está al lado de Jus, sobre el torrente Mojmur. El resto del ejército asirio quedó en la llanura y cubría todo el país. Sus carpas y equipajes formaban un campamento inmenso porque era una enorme muchedumbre. (Judit 7, 18)
Los israelitas que volvían de la matanza se adueñaron del resto; también los hombres de las aldeas y granjas de las llanuras y montañas recogieron gran botín de todo lo que los enemigos habían abandonado. (Judit 15, 7)
Dejó el resto del ejército bajo el mando de José, hijo de Zacarías, y Azarías, para defender la tierra de Judea, (1 Macabeos 5, 18)
El resto de la caballería iba ordenada a derecha e izquierda en las dos alas del ejército, para hostigar al enemigo y proteger los batallones. (1 Macabeos 6, 38)
De los de Nicanor cayeron cerca de quinientos hombres y el resto huyó hacia la ciudad de David. (1 Macabeos 7, 32)
Mándalos a sus casas y quédate con algunos para acompañarme a la ciudad de Tolemaida, porque quiero entregártela, así como las otras fortalezas, y poner a tu disposición el resto de la tropa con sus oficiales. Después volveré, ya que sólo he venido para esto.» (1 Macabeos 12, 45)
El resto de los hechos de Juan, sus batallas, sus hazañas, las murallas que construyó y otras obras suyas, (1 Macabeos 16, 23)
De esta manera, hirieron a muchos de ellos, mataron a algunos, y al resto lo pusieron en fuga. En cuanto al ladrón sacrílego Lisímaco, lo ajusticiaron junto al tesoro. (2 Macabeos 4, 42)
hiriendo y mutilando a muchos; el resto se dio a la fuga. (2 Macabeos 8, 24)
Las armas tomadas al enemigo se guardaron cuidadosamente en lugares seguros; el resto del botín lo llevaron a Jerusalén. (2 Macabeos 8, 31)