Encontrados 7794 resultados para: res

  • sus pies son como bronce pulido acrisolado en el horno; su voz resuena como estruendo de grandes olas. (Apocalipsis 1, 15)

  • Escribe, pues, lo que has visto, tanto lo presente como lo que ha de suceder después. (Apocalipsis 1, 19)

  • Sé que sufres y eres pobre, y, sin embargo, eres rico. Sé cómo te calumnian los que pretenden ser judíos y no lo son, pues su sinagoga es la de Satanás. (Apocalipsis 2, 9)

  • Pero tengo contra ti que dejas actuar a tu Jezabel, esa mujer que se llama a sí misma profetisa, que enseña a mis servidores y los hace descarriar, pues se prostituyen y comen carnes sacrificadas a los ídolos. (Apocalipsis 2, 20)

  • Despiértate y reanima lo que todavía no ha muerto, pues tus obras me parecen muy mediocres a la luz de Dios. (Apocalipsis 3, 2)

  • Tengo, sin embargo, los nombres de unos pocos de Sardes que no mancharon sus ropas; ésos me acompañarán vestidos de blanco, porque se lo merecen. (Apocalipsis 3, 4)

  • Conozco tus obras: no eres ni frío ni caliente. ¡Ojalá fueras frío o caliente! (Apocalipsis 3, 15)

  • Pero porque eres tibio y no frío o caliente, voy a vomitarte de mi boca. (Apocalipsis 3, 16)

  • Tú piensas: Soy rico, tengo de todo, nada me falta. Y no te das cuenta de que eres un infeliz, digno de compasión, pobre, ciego y desnudo. (Apocalipsis 3, 17)

  • Te aconsejo que me compres oro refinado para que te hagas rico, ropas blancas para que te cubras y no tengas que avergonzarte de tu desnudez; por último pídeme un colirio que te pondrás en los ojos para ver. (Apocalipsis 3, 18)

  • Una pileta transparente como cristal se extiende delante del trono. Cuatro Seres Vivientes, llenos de ojos por delante y por detrás, ocupan el espacio entre el trono y lo que hay a su alrededor. (Apocalipsis 4, 6)

  • Cada uno de los cuatro Seres Vivientes tiene seis alas llenas de ojos alrededor y por dentro, y no cesan de repetir día y noche: Santo, santo, santo, es el Señor Dios, el Todopoderoso, Aquel que era, que es y que viene. (Apocalipsis 4, 8)


“Meu Deus, perdoa-me. Nunca Te ofereci nada na minha vida e, agora, por este pouco que estou sofrendo, em comparação a tudo o que Tu sofreste na Cruz, eu reclamo injustamente!” São Padre Pio de Pietrelcina