Encontrados 5168 resultados para: ido

  • Al oír esto el servidor de Abrahán, se echó por tierra adorando a Yavé. (Génesis 24, 52)

  • Luego sacó joyas de oro y plata, y también vestidos, y se los dio a Rebeca. Hizo también valiosos regalos a su hermano y a su madre. (Génesis 24, 53)

  • Entonces dejaron partir a su hermana Rebeca y a su nodriza con el servidor de Abrahán y sus hombres. (Génesis 24, 59)

  • Entonces se levantó Rebeca con sus criadas, montaron en los camellos y siguieron a los hombres. Fue así como el servidor de Abrahán se llevó a Rebeca. (Génesis 24, 61)

  • Isaac llevó a Rebeca a la tienda que había sido de su madre Sara. La hizo suya y fue su esposa. La amó y así se consoló por la muerte de su madre. (Génesis 24, 67)

  • Los filisteos taparon todos los pozos que habían cavado los servidores de su padre, en tiempos de Abrahán, y los llenaron de tierra. (Génesis 26, 15)

  • Isaac volvió a abrir los pozos que habían sido cavados en tiempos de su padre Abrahán, y que habían tapado los filisteos después de la muerte de Abrahán, y les puso los mismos nombres que les había puesto su padre. (Génesis 26, 18)

  • Yavé se le apareció aquella misma noche y le dijo: «Yo soy el Dios de tu padre Abrahán. No temas, porque yo estoy contigo. Te bendeciré, y multiplicaré tu descendencia por amor de Abrahán, mi servidor.» (Génesis 26, 24)

  • Y hagamos un pacto: tú no nos harás ningún mal, ya que nosotros no te hemos tocado nada sino que, al contrario, sólo te hicimos bien y te dejamos partir tranquilamente. Tú eres el protegido de Yavé.» (Génesis 26, 29)

  • Ese mismo día llegaron unos servidores de Isaac a comunicarle que habían abierto un pozo y que habían encontrado agua. (Génesis 26, 32)

  • Fue, pues, a buscarlo y se lo llevó a su madre, que preparó para su padre uno de sus platos preferidos. (Génesis 27, 14)

  • Y Jacob dijo a su padre: «Soy Esaú, tu primogénito. Ya hice lo que me mandaste. Levántate, siéntate y come la caza que te he traído. Después me bendecirás.» (Génesis 27, 19)


“O demônio é forte com quem o teme, mas é fraquíssimo com quem o despreza.” São Padre Pio de Pietrelcina