Encontrados 59 resultados para: echó

  • Pero él, en vez de atender a su súplica, llamó a un sirviente y le dijo: «Echamela afuera, que no quiero verla, y cierra luego la puerta.» El servidor la echó fuera y cerró la puerta. (2 Samuel 13, 17)

  • Tamar tomó un poco de tierra y se la echó en su cabeza, rasgó su túnica y poniéndose las manos en la cabeza, se fue gritando. (2 Samuel 13, 19)

  • Elías partió de allí. Encontró a Eliseo, hijo de Safat. Este estaba arando una parcela de doce medias hectáreas y llegaba a la última. Elías, al pasar, le echó su manto encima. (1 Reyes 19, 19)

  • Luego devastaron sus ciudades y cada uno echó piedras en las tierras fértiles, hasta cubrirlas. Taparon los manantiales y talaron los árboles frutales. A los habitantes de Quir Aroset no les dejaron más que sus piedras. Pero los honderos la rodearon y comenzaron a castigarla. (2 Reyes 3, 25)

  • Entonces Eliseo dijo: «Tráiganme harina.» Y la echó a la olla. Luego dijo: «Sirve a esa gente y que coman.» Ya no había nada malo en la olla. (2 Reyes 4, 41)

  • Jehú se levantó y entró en la casa. Entonces el joven le echó el aceite en la cabeza y le dijo: «Yavé, Dios de Israel, te ha consagrado rey del pueblo de Yavé. (2 Reyes 9, 6)

  • así se iba preparando el castigo de Yavé contra Jerusalén y Judá, hasta que los echó lejos de su presencia. (2 Reyes 24, 20)

  • Joás, rey de Israel, capturó a Amasías, rey de Judá, hijo de Joás, hijo de Ocozías, en Bet-Semes, y lo llevó a Jerusalén; y echó abajo la muralla de Jerusalén, desde la puerta de Efraím hasta la puerta del Angulo. (2 Crónicas 25, 23)

  • Quitó de la Casa de Yavé todos los dioses extraños, el ídolo y todos los altares que había construido en el cerro de la Casa de Yavé y en Jerusalén, y los echó fuera de la ciudad. (2 Crónicas 33, 15)

  • Entonces Sesbasar vino acá y echó los cimientos del templo de Dios en Jerusalén. Desde aquel tiempo hasta ahora se va construyendo y aún no está terminado. (Esdras 5, 16)

  • Los jefes del pueblo se establecieron en Jerusalén. El resto del pueblo echó a suertes para que, de cada diez hombres, uno se quedara viviendo en Jerusalén, la Ciudad Santa, quedando los otros nueve en las otras ciudades. (Nehemías 11, 1)

  • De madrugada partieron juntos a la boda. Al entrar en la casa de Ragüel, encontraron a Tobías sentado a la mesa; se Tobantó y abrazó a Gabael, que se echó a llorar y le bendijo así: «¡Hombre bueno y honrado, hijo de un hombre honrado y bueno, justo y limosnero! Que el Señor te conceda las bendiciones del ciclo a ti, a tu mujer, al padre y a la madre de tu mujer. ¡Bendito sea Dios, que me ha permitido ver un vivo retrato de mi primo Tobit.» (Tobías 9, 6)


“Diante de Deus ajoelhe-se sempre.” São Padre Pio de Pietrelcina