Encontrados 69 resultados para: dejen
Miren, tengo dos hijas que todavía son vírgenes. Se las voy a traer para que ustedes hagan con ellas lo que quieran, pero dejen tranquilos a estos hombres que han confiado en mi hospitalidad.» (Génesis 19, 8)
Pero elige entre los hombres del pueblo algunos que sean valiosos y que teman a Dios, hombres íntegros y que no se dejen sobornar, y los pondrás al frente del pueblo como jefes de mil, de cien, de cincuenta o de diez. (Exodo 18, 21)
Yavé dijo a Moisés: «Habla a los hijos de Israel y diles: No dejen de guardar mis sábados; (Exodo 31, 12)
Moisés llamó a Misael y Elisafam, hijos de Oziel, tío paterno de Aarón, y les dijo: «Acérquense y no dejen a sus hermanos delante del santuario, sino que llévenselos fuera del campamento.» (Levítico 10, 4)
No se hagan inmundos con ninguno de estos reptiles que se arrastran: no se hagan impuros con ellos ni dejen que a ustedes los hagan impuros. (Levítico 11, 43)
«No dejen que los quehatitas mueran y desaparezca su familia de entre los demás hijos de Leví. (Números 4, 18)
Pero dejen con vida y tomen para ustedes todas las niñas que todavía no han tenido relaciones. (Números 31, 18)
Josué, pues, ordenó: «Hagan rodar piedras grandes para tapar la entrada y dejen hombres de guardia. (Josué 10, 18)
Pero que los demás no se detengan. Sigan a sus enemigos y córtenles la retirada. No los dejen volver a sus ciudades, pues Yavé, nuestro Dios, los ha puesto en nuestras manos.» (Josué 10, 19)
Tengan, pues, temor a Yavé, y sean cumplidores y fieles en servirlo. Dejen a un lado esos dioses que sus padres adoraron en Mesopotamia y en Egipto, y sirvan sólo a Yavé. (Josué 24, 14)
Esto es lo que harán: Maten a todo varón y a toda mujer que haya tenido relaciones con un hombre, pero dejen con vida a las niñas.» Así lo hicieron. (Jueces 21, 11)
Eliseo estaba sentado en su casa, y los dirigentes estaban sentados con él. Antes que llegara el mensajero, Eliseo les dijo: «¿No saben que este hijo de asesino ha mandado cortar mi cabeza? Pues bien, cuando llegue el mensajero, cierren la puerta y no lo dejen entrar. Detrás de él oigo el ruido de los pasos de su señor.» (2 Reyes 6, 32)