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  • Que si no quieren servir a Yavé, digan hoy mismo a quiénes servirán, si a los dioses que sus padres sirvieron en Mesopotamia, o a los dioses de los amorreos que ocupaban el país en que ahora viven ustedes. Por mi parte, yo y los míos serviremos a Yavé.» (Josué 24, 15)

  • Josué prosiguió: «Arrojen ahora de entre ustedes los dioses ajenos y sirvan de corazón a Yavé, Dios de Israel.» (Josué 24, 23)

  • ¿Por qué se portaron así? Ahora yo no expulsaré a estos pueblos ante ustedes. Ellos serán sus opresores y los dioses serán una trampa para ustedes.» (Jueces 2, 3)

  • Gedeón respondió: «Por favor, mi señor, si Yavé está con nosotros, ¿por qué nos sucede todo esto? ¿Dónde están los milagros que nos contaban nuestros padres? ¿No decían que Yavé los hizo subir de Egipto? ¿Por qué, ahora, nos abandona y nos entrega en manos de los madianitas?» (Jueces 6, 13)

  • Y ahora, díganme, ¿han obrado con sinceridad y lealtad al elegir rey a Abimelec?, ¿se han portado bien con Jerubaal y su familia y lo han tratado según sus méritos? (Jueces 9, 16)

  • Zebul dijo entonces: «Cómo decías: ¿Quién es Abimelec para que le sirvamos? Estos hombres que tú ves, ¿no son los que despreciaste? Ahora demuestra que sabes pelear.» (Jueces 9, 38)

  • Jefté respondió a los dirigentes de Galaad: «¿No son ustedes los que por odio me echaron de la casa de mi padre? ¿Por qué acuden a mí ahora que están en aprieto?» (Jueces 11, 7)

  • El rey les respondió a los mensajeros: «Es porque Israel, cuando subía de Egipto, se apoderó de mi país desde el Arnón hasta el Yaboc y el Jordán. Así que ahora devuélvemelo por las buenas.» (Jueces 11, 13)

  • Al verla, Jefté rasgó sus ropas y gritó: «Hija mía, me has destrozado; tú has salido para desgracia mía. Pues hice a Yavé un voto insensato y ahora no puedo volverme atrás.» (Jueces 11, 35)

  • Por eso, desde ahora, ten cuidado de no tomar vino ni bebidas alcohólicas, ni consumir alimentos impuros. (Jueces 13, 4)

  • Entonces sintió una sed terrible e invocó a Yavé diciendo: «Tú has logrado esta gran victoria por mano de tu siervo y ahora voy a morir de sed y a caer en manos de los incircuncisos.» (Jueces 15, 18)

  • Dijo a su madre: «Los mil cien siclos de plata que te quitaron y por los que lanzaste una maldición, esa plata la tomé yo; y ahora te la devuelvo.» (Jueces 17, 2)


“Deus nunca me recusou um pedido”. São Padre Pio de Pietrelcina