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  • Cada uno empezó a matar al que se le ponía delante y los arameos dieron vuelta. Israel los persiguió. A Ben-Hadad lo salvó su caballo y se dio a la fuga junto con otros. (1 Reyes 20, 20)

  • Cuando hayas reunido un ejército semejante al que perdiste, con otros tantos carros y caballos, los atacaremos en la llanura; veremos entonces quién es más fuerte.» El rey escuchó sus consejos y así lo hizo. (1 Reyes 20, 25)

  • Josafat preguntó: «¿No hay aquí otros profetas de Yavé a quienes podamos consultar?» (1 Reyes 22, 7)

  • A lo que Miqueas respondió: «Escucha, pues, lo que Yavé me dio a conocer. He visto a Yavé sentado en su trono, y a toda la corte celestial que estaba de pie a su lado, unos a su derecha y otros a su izquierda. (1 Reyes 22, 19)

  • Y Yavé les preguntó: ¿Quién engañará al rey de Israel para que suba a la ciudad de Ramot y que allí muera? Y unos decían una cosa, y otros, otra. (1 Reyes 22, 20)

  • Entonces llamó el rey al sacerdote Joyada y a los otros sacerdotes, y les dijo: «¿Por qué no han hecho las reparaciones de la Casa? De hoy en adelante no serán ustedes los que recibirán el dinero cuando estén de turno, sino que lo dejarán para las reparaciones de la Casa.» (2 Reyes 12, 8)

  • Esto sucedió porque los hijos de Israel habían pecado contra Yavé, su Dios, que los había sacado de la tierra de Egipto, donde estaban sometidos a Faraón, y se habían vuelto hacia otros dioses. (2 Reyes 17, 7)

  • Yavé había hecho una alianza con ellos, ordenándoles: «No honren a otros dioses ni se postren ante ellos, ni les sirvan ni les ofrezcan sacrificios. (2 Reyes 17, 35)

  • porque ellos me han abandonado y han quemado incienso en honor de otros dioses. Por todo lo que han hecho, estoy enojado contra este lugar, y el fuego de mi cólera no se apagará. (2 Reyes 22, 17)

  • A los otros hijos de Quehat les dieron por sorteo, conforme a sus familias, diez ciudades de la tribu de Efraím, de la tribu de Dan y de la media tribu de Manasés. (1 Crónicas 6, 46)

  • Otros estaban encargados de los utensilios y de todos los instrumentos del Santuario, de la flor de harina, el vino, el aceite, el incienso y los aromas. (1 Crónicas 9, 29)

  • y también Jehoyadá, príncipe de los hijos de Aarón, con otros tres mil setecientos. (1 Crónicas 12, 28)


“Para consolar uma alma na sua dor, mostre-lhe todo o bem que ela ainda pode fazer.” São Padre Pio de Pietrelcina