Encontrados 25 resultados para: Matatías

  • Matatías, uno de los levitas, primogénito de Salum el coreíta, estaba al cuidado constante de las cosas que se freían en sartén. (1 Crónicas 9, 31)

  • Con ellos a sus hermanos de segundo orden: Zacarías, Aziel, Semiramot, Jejiel, Uni, Eliab, Bananías, Maseías, Matatías, Elifele, Micneas, Obededom y Jeiel, porteros. (1 Crónicas 15, 18)

  • Matatías, Elifele, Micneas, Obededom, Jeiel y Ozazías tenían cítaras de tonos altos para dirigir el canto. (1 Crónicas 15, 21)

  • Asaf era el jefe; Zacarías era el segundo; luego Uziel, Semiramot, Jejiel, Matatías, Eliab, Benaías, Obededom y Jeiel con sus instrumentos, salterios y cítaras. Asaf hacía sonar los címbalos. (1 Crónicas 16, 5)

  • De Jedutún: Los hijos de Jedutún: Guedalías, Serí, Semeí, Isaías, Jasabías y Matatías, seis, bajo la dirección de su padre Jedutún, que profetizaba al son de la cítara para celebrar y alabar a Yavé. (1 Crónicas 25, 3)

  • La decimocuarta, sobre Matatías, sus hijos y hermanos, doce. (1 Crónicas 25, 20)

  • El maestro de la Ley, Esdras, estaba de pie sobre una tarima de madera levantada para esta ocasión y junto a él, a su derecha, Matatías, Sena, Anaías, Urías, Jilquías y Maaseías, y a su izquierda, Pedaías, Misael, Malquías, Jasum, Jasbaddná, Zacarías y Mesul-lam. (Nehemías 8, 4)

  • En aquellos días, Matatías, hijo de Juan, sacerdote de la familia de Jarib, abandonó Jerusalén y fue a establecerse en Modín. (1 Macabeos 2, 1)

  • Matatías vio los sacrilegios que se cometían en Judá y Jerusalén (1 Macabeos 2, 6)

  • Matatías y sus hijos rasgaron sus vestiduras y se vistieron de saco, y celebraron un gran duelo. (1 Macabeos 2, 14)

  • Mientras muchos israelitas fueron a ellos, Matatías y sus hijos se agruparon. (1 Macabeos 2, 16)

  • Los delegados del rey, dirigiéndose a Matatías, le dijeron: «Tú eres uno de los jefes de esta ciudad; eres un hombre importante y conocido, y te siguen numerosos hijos y familiares. (1 Macabeos 2, 17)


"Tente percorrer com toda a simplicidade o caminho de Nosso Senhor e não se aflija inutilmente.” São Padre Pio de Pietrelcina