Encontrados 750 resultados para: Lugar

  • Ustedes son el cuerpo de Cristo y cada uno en su lugar es parte de él. (1º Carta a los Corintios 12, 27)

  • En primer lugar están los que Dios hizo apóstoles en la Iglesia; en segundo lugar los profetas; en tercer lugar los maestros; después vienen los milagros, luego el don de curaciones, la asistencia material, la administración en la Iglesia y los diversos dones de lenguas. (1º Carta a los Corintios 12, 28)

  • En primer lugar les he transmitido esto, tal como yo mismo lo recibí: que Cristo murió por nuestros pecados, como dicen las Escrituras; (1º Carta a los Corintios 15, 3)

  • Pero se respeta el lugar de cada uno: Cristo es primero, y más tarde le tocará a los suyos, cuando Cristo nos visite. (1º Carta a los Corintios 15, 23)

  • Entiéndanme bien, hermanos: lo que es carne y sangre no puede entrar en el Reino de Dios. En la vida que nunca terminará no hay lugar para las fuerzas de descomposición. (1º Carta a los Corintios 15, 50)

  • En mí no falta lugar para acogerlos, pero en ustedes todo es estrecho. (2º Carta a los Corintios 6, 12)

  • Hágannos un lugar entre ustedes: a nadie hemos perjudicado, a nadie hemos rebajado, a nadie hemos estafado. (2º Carta a los Corintios 7, 2)

  • y la Ley no da lugar a la fe cuando dice: El que cumple estas cosas tendrá vida por medio de ellas. (Carta a los Gálatas 3, 12)

  • pues de otra manera se daría lugar al demonio. (Carta a los Efesios 4, 27)

  • Y él es la cabeza del cuerpo, es decir, de la Iglesia, él que renació primero de entre los muertos, para que estuviera en el primer lugar en todo. (Carta a los Colosenses 1, 18)

  • Por esa razón fui perdonado, para que en mí se manifestara en primer lugar toda la generosidad de Cristo Jesús, y fuera así un ejemplo para todos los que han de creer en él y llegar a la vida eterna. (1º Carta a Timoteo 1, 16)

  • Quiero, pues, que en todo lugar donde los hombres estén orando levanten al cielo manos limpias de todo enojo y discusión. (1º Carta a Timoteo 2, 8)


“Sejam como pequenas abelhas espirituais, que levam para sua colméia apenas mel e cera. Que, por meio de sua conversa, sua casa seja repleta de docilidade, paz, concórdia, humildade e piedade!” São Padre Pio de Pietrelcina