Encontrados 160 resultados para: Benjamín

  • En Jerusalén se establecieron hombres de los hijos de Judá y de los hijos de Benjamín. De los hijos de Judá: Ataías, hijo de Ozías, hijo de Zacarías, hijo de Amarías, hijo de Estefanías, hijo de Majalalel; de los hijos de Peres: (Nehemías 11, 4)

  • Los hijos de Benjamín eran: Salú, hijo de Mesulam, hijo de Yoed, hijo de Pedaías, hijo de Colaías, hijo de Maaseías, hijo de Itiel, hijo de Isaías, (Nehemías 11, 7)

  • Algunos hijos de Benjamín habitaban en Gueba, Mikmás, Ayyá, Betel y sus aldeas dependientes, (Nehemías 11, 31)

  • Algunos de los levitas de Judá se fueron a Benjamín. (Nehemías 11, 36)

  • Judá, Benjamín, Sumaías y Jeremías. (Nehemías 12, 34)

  • El segundo año de reinado del gran rey Asuero, a fines de marzo, tuvo un sueño Mardoqueo, hijo de Jaír, de la tribu de Benjamín. (Ester 11, 1)

  • Benjamín, el menor, abre el cortejo, los príncipes de Judá con ropas bordadas, los príncipes de Zabulón, los de Neftalí. (Salmos 68, 28)

  • resplandece delante de Efraín, Benjamín y Manasés. ¡Despierta tu valentía, ven y sálvanos! (Salmos 80, 3)

  • Estas son las palabras de Jeremías, hijo de Helcías, de una familia de sacerdotes que vivían en Anatot, en la tierra de Benjamín. (Jeremías 1, 1)

  • Salgan de Jerusalén, a refugiarse, hijos de Benjamín. Que resuene la trompeta en Tecoa; coloquen una señal en Betqueren, pues por el Norte se asoma una desgracia como una inmensa catástrofe. (Jeremías 6, 1)

  • Aquí subirán los habitantes de las ciudades de Judá, de los alrededores de Jerusalén, de la tierra de Benjamín, de la Tierra Baja, de los cerros y del sur, trayendo víctimas y sacrificios, incienso y ofrendas, en acción de gracias al Templo de Yavé. (Jeremías 17, 26)

  • al oír a Jeremías, mandó apalearlo, y lo hizo sujetar con cadenas en el calabozo de la puerta alta de Benjamín, que está en la Casa de Yavé. (Jeremías 20, 2)


“Amar significa dar aos outros – especialmente a quem precisa e a quem sofre – o que de melhor temos em nós mesmos e de nós mesmos; e de dá-lo sorridentes e felizes, renunciando ao nosso egoísmo, à nossa alegria, ao nosso prazer e ao nosso orgulho”. São Padre Pio de Pietrelcina