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Moab ha sido destruido y queda sin habitantes, porque se alzó contra Yavé. (Jeremías 48, 42)
Mientras mataban de esa manera, me postré con el rostro en tierra, gritando y diciéndole. "¡Ay, Yavé, ¿vas a esparcir tu furor por Jerusalén y destruir lo que queda de Israel?" Me respondió: "El pecado de la casa de Israel y de Judá es tan grande que supera toda medida; el país está repleto de sangre y la ciudad, llena de injusticia. Dicen para sí: Yavé ya no se preocupa del país, Yavé ya no ve nada. (Ezequiel 9, 8)
Mientras estaba profetizando, murió Peltías, hijo de Banaías: caí entonces con el rostro en tierra y me puse a gritar con fuerte voz: "¡Ay, Yavé! ¿Quieres destruir todo lo que queda de Israel?" (Ezequiel 11, 13)
Pues bien, esto dice Yavé: Me preparo para levantar mi mano en contra de los filisteos. Eliminaré a los quereteos y destruiré lo que queda de los habitantes de la costa. (Ezequiel 25, 16)
Les dirás a los hijos de tu pueblo: La justicia del justo no lo salvará si después se pone a pecar, y la maldad del malo no lo hará caer después que se haya apartado de su maldad; por la misma razón que el justo, vivirá. 13. Aunque yo le haya dicho al justo: ¡Vivirás!, si se queda en sus méritos y se dedica a cometer injusticias, quedará en el olvido su justicia y morirá debido a la injusticia que haya cometido. (Ezequiel 33, 12)
El príncipe recibirá lo que queda al este y al oeste, tanto de la parte consagrada como de la propiedad de la ciudad, en esa franja de veinticinco mil codos de largo que va desde la frontera este a la frontera oeste; la porción del príncipe será paralela a los demás lotes, y en el medio estará el dominio sagrado con el santuario de la Casa. (Ezequiel 48, 21)
¿Cómo podría hablar con mi señor cuando me faltan las fuerzas y no me queda ni aliento? (Daniel 10, 17)
El fuego devora delante de él, detrás de él la llama abrasa. Delante de él, un jardín de delicias; detrás de él queda un desierto. No hay nada que se pueda salvar. (Joel 2, 3)
Así como nadie queda impertérrito al oír el rugido del león, así tampoco se negará nadie a profetizar cuando escucha lo que le habla el Señor. (Amós 3, 8)
Y si solamente queda una casa, con diez hombres adentro, también ellos morirán. (Amós 6, 9)
y cuando se presenten los deudos para sacar sus huesos, si a uno, que está al fondo le preguntan: Oye, ¿queda alguien por allá?, (Amós 6, 10)
éste dirá: No hay nada; y el que le preguntó le dirá: Cállate, pues no queda nadie para invocar el Nombre del Señor. (Amós 6, 11)