1. Toma después una lámina cortante, hijo de hombre, afílala como navaja de barbero y pásatela por la cabeza y por la barba. En seguida, toma una balanza y reparte los pelos que te hayas cortado.





“As almas! As almas! Se alguém soubesse o preço que custam”. São Padre Pio de Pietrelcina