1. Del maestro de coro. Salmo de David.

2. Dios mío, escucha la voz de mi lamento, protégeme del enemigo temible.

3. Apártame de la conjuración de los malvados, de la agitación de los que hacen el mal.

4. Ellos afilan su lengua como una espada y apuntan como flechas sus palabras venenosas,

5. para disparar a escondidas contra el inocente, tirando de sorpresa y sin ningún temor.

6. Se obstinan en sus malos propósitos y esconden sus trampas con astucia, pensando: "¿Quién podrá verlo?".

7. Proyectan maldades y disimulan sus proyectos: su interior es un abismo impenetrable.

8. Pero Dios los acribilla a flechazos y quedan heridos de improviso;

9. su misma lengua los lleva a la ruina, y aquellos que los ven mueven la cabeza.

10. Por eso, todos los hombres sentirán temor: proclamarán esta obra de Dios y reconocerán lo que él hizo.

11. El justo se alegrará en el Señor y encontrará un refugio en él; y se gloriarán todos los rectos de corazón.





“Se quisermos colher é necessário não só semear, mas espalhar as sementes num bom campo. Quando as sementes se tornarem plantas, devemos cuidá-las para que as novas plantas não sejam sufocadas pelas ervas daninhas.” São Padre Pio de Pietrelcina