Mateo, 12
18. He aquí mi Siervo, a quien elegí, mi Amado, en quien mi alma se complace. Pondré mi Espíritu sobre él, y anunciará el juicio a las naciones.
18. He aquí mi Siervo, a quien elegí, mi Amado, en quien mi alma se complace. Pondré mi Espíritu sobre él, y anunciará el juicio a las naciones.
San Mateo 12 trata con varios eventos y enseñanzas de Jesús, incluida la curación en el sábado, la blasfemia contra el Espíritu Santo y la verdadera familia de Jesús. Entre los temas cubiertos, destacamos la importancia de la misericordia, la autoridad de Jesús y la necesidad de producir buenas frutas. Los siguientes son cinco versos relacionados con estos temas:
Lucas 6:36 - "Mercifact Thirst, como también es mi padre misericordioso". Jesús enseña a sus discípulos la importancia de la misericordia, demostrando que debemos actuar con los demás tal como Dios actúa con nosotros.
Juan 5:27 - y le ha dado autoridad para juzgar, porque él es el hijo del hombre ". En este versículo, Jesús habla sobre su propia autoridad para juzgar, demostrando que él es el Hijo de Dios y tiene poder sobre todas las cosas.
Lucas 6:43 - "Porque no hay un buen árbol que le dé una fruta mala, ni un árbol malo que le dé un buen fruto". Aquí, Jesús enfatiza la importancia de producir buenas frutas en nuestras vidas, lo que demuestra que es imposible producir buenas frutas si no hay buen corazón.
Efesios 2:8-9 - "Porque por gracia eres salvo, a través de la fe; y esto no viene de ti, es el don de Dios; no viene de las obras, para que nadie pueda glorioso". Este versículo destaca la importancia de la gracia de Dios y la fe en Jesús para nuestra salvación, lo que demuestra que no es para nuestras obras que alcanzamos la salvación, sino por el don de Dios.
Lucas 8:21 - "Pero él les respondió, mi madre y mis hermanos son aquellos que escuchan la Palabra de Dios y la realizan". En este versículo, Jesús muestra que la verdadera familia está compuesta no solo de nuestros parientes de sangre, sino de aquellos que escuchan y obedecen la Palabra de Dios.
O maldito “eu” o mantém apegado à Terra e o impede de voar para Jesus. São Padre Pio de Pietrelcina
