II Macabeos, 14
35. «Tú, Señor, que nada necesitas, te has complacido en que el santuario de tu morada se halle entre nosotros.
35. «Tú, Señor, que nada necesitas, te has complacido en que el santuario de tu morada se halle entre nosotros.
En 2 Macabeos 14, Judas Macabeu y sus hombres planean una batalla contra Nicanor y sus soldados. Durante este capítulo vemos la estrategia de Judas y su confianza en Dios para obtener la victoria. Los versos seleccionados a continuación hablan de coraje en la batalla, la importancia de la oración y la confianza en Dios para la victoria.
1 Samuel 17:47: "Y toda esta congregación sabrá que el Señor salva, no una espada, ni con una lanza; porque el Señor es la guerra, y él se entregará a nosotros en nuestra mano". Este versículo habla sobre la importancia de reconocer que Dios es el único que puede darnos victoria, incluso en una batalla física.
Efesios 6:18: "Oren en todo momento con toda oración y súplica en el Espíritu y observando esto con toda perseverancia y súplica para todos los santos". Este versículo habla sobre la importancia de la oración en todo momento y situaciones, incluidas las batallas.
Joshua 1:9: "¿No te he enviado? Te esfuerza y ten un buen coraje; no temes o te sorprendas; porque el Señor tu Dios está contigo, donde quiera que camines". Este versículo habla sobre el coraje que proviene de la confianza en Dios y en su presencia constante.
Salmo 33:16-17: "No hay un rey que se salva con la multitud de sus ejércitos, ni el hombre valiente se deshace de su fuerza. El caballo va a seguridad; no entrega a nadie con su gran fuerza". Este versículo habla sobre cómo la victoria depende no solo de la fuerza física o los números, sino de la ayuda de Dios.
Isaías 41:10: "No tengas miedo, porque estoy contigo, no te persigas, porque yo soy tu Dios; te fortalezco y te ayudo, y te apoyo con mi fiel mano derecha". Este versículo habla sobre cómo Dios es nuestro protector y proveedor en todo momento, incluidos momentos de batalla y dificultad.
“O amor nada mais é do que o brilho de Deus nos homens”. São Padre Pio de Pietrelcina
