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Números, 26

9. Los hijos de Eliab fueron Nemuel, Datán y Abirón. Datán y Abirón -representantes de la comunidad- son los mismos que se amotinaron contra Moisés y Aarón, junto con los secuaces de Coré, cuando se produjo el amotinamiento contra el Señor.

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El Capítulo 26 del Libro de los Números presenta un censo de los hijos de Israel después de la muerte de la generación que se había contado en el primer censo. Los versos a continuación se relacionan con los temas cubiertos en este capítulo:

Génesis 46:8: "Y estos son los nombres de los hijos de Israel, que ingresaron a Egipto, Jacob y sus hijos: Rúben, el primogénito de Jacob". Este versículo menciona al hijo mayor de Jacob, Rúben, quien también figura como el primogénito de Israel en el Censo de los Números 26.

Éxodo 6:15: "Y estos son los hijos de Levi, según sus generaciones: Gérson, Coate y Merari; y los años de la vida de Levi fueron ciento treinta y siete años". Este versículo presenta a los tres hijos de Levi, que fueron los antepasados ​​de las tres familias levíticas que se les dijo en el censo 26.

Deuteronomio 2:14: "Y el momento en que pasamos de Cades-Barnéia, hasta que pasamos el Ribeiro de Zerede, pasó treinta y ocho años; el Señor les había jurado". Este versículo menciona el período de tiempo desde el primer recuento hasta el segundo recuento, que se registra en los números 26.

Números 1:44: "Estos son los que Moisés y Aaron tenían los doce príncipes de Israel; cada uno era jefe de la casa de sus padres". Este versículo se relaciona con el censo anterior, registrado en los Números 1, que le dijeron a los hijos de Israel antes de irse al desierto.

Joshua 14:1: "Estos, por lo tanto, son los que fueron de los hijos de Israel en la tierra de Canaán, que Eleazar al sacerdote, y Joshua, hijo de Num, y los jefes de los padres de las tribus de los hijos. de posesión de Israel ". Este versículo menciona la distribución de la tierra de Canaán entre las tribus de Israel después del censo registrado en los números 26.





“A prática das bem-aventuranças não requer atos de heroísmo, mas a aceitação simples e humilde das várias provações pelas quais a pessoa passa.” São Padre Pio de Pietrelcina