Jeremías, 7

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Jeremías 7 contiene la Palabra del Señor dirigida a los habitantes de Judá que se reunieron en el templo para adorar a Dios, pero que estaban pecando y alejándose de sus caminos. El capítulo muestra que la adoración a Dios debe estar acompañada de una vida justa y una verdadera devoción, no solo una práctica religiosa vacía e hipócrita. Aquí hay cinco versos relacionados con los temas cubiertos en Jeremiah 7:

Deuteronomio 12:5 - "Pero, en cambio, busque el lugar que el Señor, su Dios, elegirá entre todas sus tribus para establecer su nombre y vivir. Es allí a donde debe ir", este versículo enfatiza la importancia de adorar a Dios en El lugar que ha elegido, no en cualquier lugar que elijamos por nuestra cuenta.

Mateo 7:21 - "No todos los que me dicen:" Señor, Señor ", entrará en el reino de los cielos, sino solo al que hace la voluntad de mi Padre en el cielo". Este versículo señala que la verdadera adoración a Dios implica obedecer su voluntad y vivir una vida justa.

Salmo 50:14-15- "Ofrezca a Dios sacrificios de gratitud y cumpla con sus votos al Altísimo. E invoquame el día de la angustia; los entregaré y me honraré". Este salmo enfatiza que la verdadera adoración a Dios incluye gratitud y cumplimiento de promesas, así como en confiar a Dios para la salvación.

Isaías 1:13-14- "¡Deja de traer ofertas inútiles! ¡Tu incienso es asqueroso para mí! Luna nueva, sábados y llamadas, no puedo soportar tu malestar. Tus fiestas de luna nueva y tus fiestas fijas las odio. Se han convertido en una carga Para mí; estoy cansado de llevarlo ". Este versículo muestra que la adoración a Dios sin arrepentimiento y cambio de vida es inútil y desagradable para él.

2 Corintios 6:16-18 - "¿Qué acuerdo puede haber entre el Templo de Dios y los ídolos? Porque somos el Templo del Dios Viviente. Como Dios dijo: 'Hablaré con ellos y caminaré entre ellos; Sé mi pueblo. "Por lo tanto, deja en medio y separado, digamos el Señor. No toques cosas impuras y las recibiré". Este versículo resalta la importancia de ser santos y separarse del pecado para que Dios habite en nosotros.