II Crónicas, 32
18. Los servidores de Senaquerib gritaban a voz en cuello, en lengua hebrea, al pueblo de Jerusalén que se hallaba sobre la muralla, para intimidarlos y asustarlos, a fin de apoderarse de la ciudad.
18. Los servidores de Senaquerib gritaban a voz en cuello, en lengua hebrea, al pueblo de Jerusalén que se hallaba sobre la muralla, para intimidarlos y asustarlos, a fin de apoderarse de la ciudad.
“A divina bondade não só não rejeita as almas arrependidas, como também vai em busca das almas teimosas”. São Padre Pio de Pietrelcina