Znaleziono 635 Wyniki dla: días

  • Al séptimo día volverá a examinarla y si comprueba que la afección continúa estacionaria y no se ha propagado por la piel, el sacerdote la mantendrá aislada siete días más. (Levítico 13, 5)

  • Pero si advierte que no hubo emblanquecimiento del vello ni hundimiento de la epidermis, sino que la afección fue cediendo, mantendrá al enfermo aislado durante siete días, (Levítico 13, 21)

  • Pero si el sacerdote comprueba que no hay emblanquecimiento del vello ni hundimiento de la epidermis, y que la mancha ha ido cediendo, mantendrá aislado al enfermo durante siete días. (Levítico 13, 26)

  • Pero si el sacerdote comprueba que la zona afectada de tiña no aparece más hundida que el resto de la piel, y que en ella no hay pelo negro, mantendrá aislado al enfermo durante siete días. (Levítico 13, 31)

  • el enfermo se afeitará, excluida la parte afectada, y el sacerdote lo mantendrá aislado siete días más. (Levítico 13, 33)

  • Este la examinará y mantendrá aislado durante siete días el objeto afectado. (Levítico 13, 50)

  • ordenará que laven el objeto donde está la misma y lo mantendrá aislado siete días más. (Levítico 13, 54)

  • El que se purifica lavará su ropa, se afeitará todo el pelo, se bañará con agua, y quedará puro. Después de esto podrá entrar en el campamento, pero tendrá que permanecer siete días fuera de su carpa. (Levítico 14, 8)

  • el sacerdote saldrá a la puerta de la casa y la mantendrá clausurada durante siete días. (Levítico 14, 38)

  • Si el hombre que tiene el flujo se cura, contará siete días para su purificación. Entonces lavará su ropa, se bañará en el agua de un manantial, y será puro. (Levítico 15, 13)

  • Cuando una mujer tenga su menstruación, será impura durante siete días, y el que la toque será impuro hasta la tarde. (Levítico 15, 19)

  • Si un hombre se acuesta con ella, la impureza de la mujer se transmite a él; será impuro durante siete días, y cualquier lecho sobre el que se acueste, será impuro. (Levítico 15, 24)


“O Senhor sempre orienta e chama; mas não se quer segui-lo e responder-lhe, pois só se vê os próprios interesses. Às vezes, pelo fato de se ouvir sempre a Sua voz, ninguém mais se apercebe dela; mas o Senhor ilumina e chama. São os homens que se colocam na posição de não conseguir mais escutar.” São Padre Pio de Pietrelcina