Znaleziono 3037 Wyniki dla: Ana

  • El proclamaba con voz potente: «Teman a Dios y glorifíquenlo, porque ha llegado la hora de su Juicio: adoren a aquel que hizo el cielo, la tierra, el mar y los manantiales». (Apocalipsis 14, 7)

  • Luego escuché una voz que me ordenaba desde el cielo: «Escribe: ¡Felices los que mueren en el Señor! Sí -dice el Espíritu- de ahora en adelante, ellos pueden descansar de sus fatigas, porque sus obras los acompañan». (Apocalipsis 14, 13)

  • El tercero derramó su copa sobre los ríos y sobre los manantiales, y estos se convirtieron en sangre. (Apocalipsis 16, 4)

  • Después vi que salían de la boca del Dragón, de la Bestia y del falso profeta tres espíritus impuros, semejantes a ranas. (Apocalipsis 16, 13)

  • La gran Ciudad se partió en tres y las ciudades paganas se derrumbaron. Dios se acordó de la gran Babilonia y le dio de beber la copa donde fermenta el vino de su ira. (Apocalipsis 16, 19)

  • Todas las islas desaparecieron y no se vieron más las montañas. (Apocalipsis 16, 20)

  • Después vino uno de los siete Ángeles que tenían las siete copas y me dijo: «Acompáñame, y te mostraré cómo va a ser castigada la famosa Prostituta que está sentada a la orilla de los grandes ríos. (Apocalipsis 17, 1)

  • Pero el Ángel me preguntó: «¿Por qué te extrañas? Yo te explicaré el misterio de la mujer, y de la Bestia que la lleva, la que tiene siete cabezas y diez cuernos. (Apocalipsis 17, 7)

  • Él capturó al Dragón, la antigua Serpiente -que es el Diablo o Satanás- y lo encadenó por mil años. (Apocalipsis 20, 2)

  • Y cuando se cumplan esos mil años, Satanás será liberado de su prisión. (Apocalipsis 20, 7)

  • Me llevó en espíritu a una montaña de enorme altura, y me mostró la Ciudad santa, Jerusalén, que descendía del cielo y venía de Dios. (Apocalipsis 21, 10)

  • Luego midió la muralla: tenía setenta y dos metros, según la medida humana que utilizaba el Ángel. (Apocalipsis 21, 17)


“Se você não entrega seu coração a Deus, o que lhe entrega?” “Você deve seguir outra estrada. Tire de seu coração todas as paixões deste mundo, humilhe-se na poeira e reze! Dessa forma, certamente você encontrará Deus, que lhe dará paz e serenidade nesta vida e a eterna beatitude na próxima.” São Padre Pio de Pietrelcina