Znaleziono 235 Wyniki dla: sed

  • Sus ciudades fuertes son: Asedim, Ser, Hamat, Recat, Cenrat, (Josué 19, 35)

  • Yael salió al encuentro de Sísara y le dijo: «Vente por acá, mi señor, no temas.» Sísara entró y Yael lo escondió bajo una manta. El le pidió un poco de agua para calmar la sed. (Jueces 4, 18)

  • Marchó Abimelec contra Tebes, la asedió y la tomó. (Jueces 9, 50)

  • Entonces sintió una sed terrible e invocó a Yavé diciendo: «Tú has logrado esta gran victoria por mano de tu siervo y ahora voy a morir de sed y a caer en manos de los incircuncisos.» (Jueces 15, 18)

  • Quédate aquí y no te separes de los trabajadores. Síguelos a cualquier potrero donde vayan a segar. Yo les daré órdenes de que no te molesten. Y si tienes sed, no tienes más que acercarte a los cántaros donde tienen agua.» (Rut 2, 9)

  • En el camino encontraron a un egipcio agotado y sediento; le dieron un pedazo de pan y un poco de agua, (1 Samuel 30, 11)

  • miel, mantequilla y queso de oveja y de vaca, para que David y su gente pudieran alimentarse, pues pensaban: «Todos han sufrido hambre, sed y cansancio en el desierto.» (2 Samuel 17, 29)

  • Ben Dequer, en Macás, Salbim, Betsemes y Elón-Betanán; Ben Jesed, en Arubot; tenía Soco y toda la tierra de Jefer; (1 Reyes 4, 9)

  • Basá, hijo de Ajías, de la tribu de Isacar, conspiró contra él y lo mató en Guibetón de los filisteos, cuando Nadab y todo Israel estaban asediando esta ciudad. (1 Reyes 15, 27)

  • Uno, llamado Sedecías, hijo de Canana, se había hecho unos cuernos de hierro y decía: «Dice Yavé: Con estos cuernos herirás a Aram hasta matarlo.» (1 Reyes 22, 11)

  • Sedecías, hijo de Canana, se acercó y dio una bofetada a Miqueas, diciendo: «¿Cómo se ha ido de mí el espíritu de Yavé para hablarte a ti?» (1 Reyes 22, 24)

  • El rey de Babilonia dejó como rey, en lugar de Joaquín, a su tío Matanías, cambiando su nombre por el de Sedecías. (2 Reyes 24, 17)


“Não se desencoraje se você precisa trabalhar muito para colher pouco. Se você pensasse em quanto uma só alma custou a Jesus, você nunca reclamaria!” São Padre Pio de Pietrelcina