Sabiduría, 4
16. El justo que muere condena a los impíos que sobreviven, una vida joven que llega pronto a la perfección, denuncia la vejez interminable de los malvados.
16. El justo que muere condena a los impíos que sobreviven, una vida joven que llega pronto a la perfección, denuncia la vejez interminable de los malvados.
El Capítulo 4 del Libro de Sabiduría habla sobre la búsqueda de la sabiduría y cómo trae beneficios a la vida del individuo. Además, el capítulo también aborda la diferencia entre la sabiduría y la riqueza material, señalando que el primero es mucho más valioso. A continuación hay cinco versos relacionados con los temas cubiertos en este capítulo:
Proverbios 8:11: "Porque la sabiduría es mejor que las joyas, y todo lo que uno desea no se puede comparar nada". Este versículo destaca la superioridad de la sabiduría en relación con las riquezas de materiales, que es un tema central en la sabiduría 4.
Proverbios 4:7: "La sabiduría es lo principal; porque la sabiduría, emplea todo lo que tiene en la adquisición de la comprensión". Este versículo fomenta la búsqueda de sabiduría y destaca su importancia en la vida del individuo.
Eclesiastés 7:12: "Porque la sabiduría sirve como protección, ya que el dinero sirve como protección, pero la excelencia del conocimiento es que la sabiduría da vida a su poseedor". Este versículo compara la sabiduría con la riqueza material y señala que aunque ambos pueden ofrecer protección, solo la sabiduría le da vida a su propietario.
Proverbios 2:6: "Porque el Señor da sabiduría; su boca proviene del conocimiento y la comprensión". Este versículo señala que la sabiduría proviene de Dios y que es la fuente de todo conocimiento y comprensión.
Santiago 1:5: "Y si alguno de ustedes carece de sabiduría, pídala a Dios, que da a todos generales y no censura, y se le dará a él". Este versículo alienta a los creyentes a pedirle sabiduría a Dios, lo cual es generoso de otorgarlo, que está alineado con el tema principal de la Sabiduría 4, que es la búsqueda de la sabiduría.
“O Anjo de Deus não nos abandona jamais.” São Padre Pio de Pietrelcina
