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Jeremías, 18

20. ¿Acaso se paga mal por bien? ¿Y cómo es que ellos están haciendo un hoyo para mí? Recuérdate cómo me presenté a ti para hablarte en su favor y para apartar de ellos tu ira.

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Jeremías Capítulo 18 presenta la metáfora del alfarero y la arcilla, en la que Dios es el alfarero y el pueblo es la arcilla. Dios está mostrando a Jeremías cómo puede dar forma y transformar a las personas de acuerdo con su voluntad, pero también cómo pueden destruirlas si se rebelan contra ellos. Los siguientes son cinco versículos relacionados con los temas abordados en Jeremiah 18:

Romanos 9:21: "¿O no tienes el alfarero correcto sobre la misa, para hacer un jarrón para honor y otro para el de deshonra?" Este versículo habla sobre la soberanía de Dios sobre las personas y cómo puede darles forma a ellos de acuerdo con su voluntad.

Isaías 64:8: "Pero ahora, Señor, eres nuestro Padre; somos el arcilla, y tú, nuestro alfarero; y todos nosotros, trabajo de tus manos". Este versículo también usa la metáfora del alfarero y la arcilla para mostrar la relación entre Dios y su pueblo.

2 Timoteo 2:20-21: "Ahora, en una casa grande, no solo hay utensilios de oro y plata, sino también de madera y barro; algunos, para honor; otros, sino para deshonros. Por lo tanto, si alguien a alguien a Se limpian a sí mismos de estos errores, serán un utensilio para el honor, santificado y útil para su propietario, estar preparados para cada buen trabajo ". Este versículo habla sobre cómo Dios puede usar personas que se purifican para hacer su trabajo, así como un alfarero puede dar forma a la arcilla a diferentes usos.

Isaías 29:16: "¿Qué crees que te crees? Este versículo cuestiona la idea de que las personas pueden rebelarse contra Dios y cuestionar su autoridad como un alfarero que da forma a la arcilla.

Salmos 2:9: "Con un palo de hierro los desgarrarás como un jarrón de alfareros". Este versículo habla sobre cómo Dios puede destruir a los que se rebelan contra él, al igual que un jarrón de arcilla puede ser destrozado.





“Não se desencoraje, pois, se na alma existe o contínuo esforço de melhorar, no final o Senhor a premia fazendo nela florir, de repente, todas as virtudes como num jardim florido.” São Padre Pio de Pietrelcina