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Isaías, 35

2. Que se llene de flores como junquillos, que salte y cante de contenta, pues le han regalado el esplendor del Líbano y el brillo del Carmelo y del Sarón. Ellos a su vez verán el esplendor de Yavé, todo el brillo de nuestro Dios.

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Isaías 35 es un capítulo que habla sobre la restauración de la tierra y la alegría del pueblo de Dios. El Profeta Isaías describe un escenario en el que las flores del desierto y la alegría reemplazan la tristeza. Habla sobre cómo Dios sanará a los enfermos, traerá justicia y protección a su pueblo. Aquí hay cinco versículos relacionados con los temas abordados en Isaías 35:

Salmo 107:35: "Pero convierte el desierto en agua, y la tierra se seca en fuentes de agua". Este versículo habla sobre cómo Dios es capaz de transformar el desierto en un lugar fértil y lleno de vida, tal como se describe en Isaías 35.

Salmo 30:5: "Porque tu ira dura solo un momento; a tu favor está la vida. El llanto puede durar una noche, pero la alegría llega por la mañana". Este versículo habla sobre cómo Dios puede transformar la tristeza en la alegría, así como Isaías 35 describe la alegría que reemplaza la tristeza.

Lucas 4:18: "El espíritu del Señor está sobre mí, por lo que me ha ungido para evangelizar a los pobres; me envió a proclamar liberación a los cautivos y la restauración de la vista a los ciegos, para liberar a los oprimidos". Este versículo habla sobre cómo Jesús vino a sanar a los enfermos y liberar a los oprimidos, como se describe en Isaías 35.

Mateo 11:5: "Los ciegos ven, y los Lames Walk; los leprosos están limpios y los sordos escuchan; los muertos están resucitados y los pobres se anuncian el evangelio". Este versículo habla sobre los milagros que Jesús realizó, sanando enfermo y dando esperanza a los necesitados, así como Isaías 35 describe la curación de los enfermos.

2 Pedro 3:13: "Pero nosotros, según su promesa, esperamos nuevos cielos y tierra nueva, en la que habita la justicia". Este versículo habla sobre la promesa de Dios de traer justicia y restauración a su pueblo, como se describe en Isaías 35.





“Deus nunca me recusou um pedido”. São Padre Pio de Pietrelcina