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Hecho de los Apóstoles, 1

16. «Hermanos, era necesario que se cumpliera la Escritura, pues el Espíritu Santo había anunciado por boca de David el gesto de Judas; este hombre, que guió a los que prendieron a Jesús,

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Hechos de los Apóstoles 1 es el primer capítulo del libro que informa los eventos de los apóstoles después del ascenso de Jesús. En este capítulo, se narra cuando Jesús apareció a los apóstoles después de su resurrección, dándoles instrucciones y un bautismo prometedor en el Espíritu Santo. Poco después, está elevado a los cielos ante los ojos de los discípulos. Los siguientes versos fueron seleccionados porque están relacionados con los temas abordados en Hechos de los Apóstoles 1:

Marcos 16:19: "Así, después de haberlos hablado con ellos, el Señor Jesús fue elevado al cielo y se sentó a la derecha de Dios". Este versículo presenta el ascenso de Jesús al cielo, el tema central de los actos de los Apóstoles 1.

Juan 16:7: "Pero te digo la verdad: deberías ser, para que yo vaya, porque si no lo soy, el edredón no vendrá a ti, pero voy, te enviaré". Jesús habla sobre la importancia de su partida para que el Espíritu Santo pueda venir y guiar a los discípulos.

Lucas 24:49: "Y he aquí, te envío la promesa de mi padre, permanezco en la ciudad hasta que la parte superior esté cubierta de poder". Este versículo se relaciona con la promesa del bautismo en el Espíritu Santo hecho por Jesús con sus discípulos en los actos de los Apóstoles 1:4-5.

Hechos de los Apóstoles 2:4: "Todos estaban llenos del Espíritu Santo y comenzaron a hablar en otros idiomas, según el Espíritu les concedió para hablar". Este versículo informa el cumplimiento de la promesa del bautismo en el Espíritu Santo hecho por Jesús en los actos de los Apóstoles 1:5.

Juan 14:26: "Pero el Consolador, el Espíritu Santo, a quien el Padre enviará a mi nombre, te enseñará todas las cosas y te recordará todo lo que te he dicho". Este versículo se relaciona con la promesa del Espíritu Santo hecha por Jesús a sus discípulos en los actos de los Apóstoles 1:8, que estarían alineados con poder para ser sus testigos en todo el mundo.





“A pessoa que nunca medita é como alguém que nunca se olha no espelho e, assim, não se cuida e sai desarrumada. A pessoa que medita e dirige seus pensamentos a Deus, que é o espelho de sua alma, procura conhecer seus defeitos, tenta corrigi-los, modera seus impulsos e põe em ordem sua consciência.” São Padre Pio de Pietrelcina