22. Envió, pues, el rey cartas a todas las provincias del imperio, escribiendo a cada una en su propia escritura y lengua, para que cada marido fuera el que mandara en su casa.





“Queira o dulcíssimo Jesus conservar-nos na Sua graça e dar-nos a felicidade de sermos admitidos, quando Ele quiser, no eterno convívio…” São Padre Pio de Pietrelcina