11. Daniel, al saber que el decreto había sido firmado, entró en su casa. Las ventanas de su pieza superior estaban orientadas hacia Jerusalén y, tres veces al día, se ponía de rodillas, orando y alabando a su Dios, como lo había hecho siempre.





“Se quisermos colher é necessário não só semear, mas espalhar as sementes num bom campo. Quando as sementes se tornarem plantas, devemos cuidá-las para que as novas plantas não sejam sufocadas pelas ervas daninhas.” São Padre Pio de Pietrelcina