0. Por los pecados que habéis cometido delante de Dios, vais a ser llevados cautivos a Babilonia por Nabucodonosor, rey de los babilonios.

0. Carta de Jeremías.

1. Una vez llegados a Babilonia, estaréis allí muchos años y por largo tiempo, hasta siete generaciones; pero después yo os sacaré de allí en paz.

1. A causa de los pecados que ustedes han cometido contra Dios, serán llevados cautivos a Babilonia por Nabucodonosor, rey de los babilonios.

2. Ahora vais a ver en Babilonia dioses de plata, de oro y de ma madera, que son llevados a hombros y que infunden temor a los gentiles.

2. Cuando lleguen a Babilonia, permanecerán allí muchos años y por largo tiempo, hasta siete generaciones; pero después de esto los haré salir de allí en paz.

3. Estad alerta, no hagáis vosotros también como los extranjeros de modo que os entre temor de esos dioses,

3. Ahora bien, ustedes verán en Babilonia dioses de plata, de oro y de madera, que son llevados a hombros, e infunden temor a las naciones.

4. cuando veáis la turba delante y detrás de ellos adorándoles. Decid entonces en vuestro interior: «A ti solo se debe adoración, Señor.»

4. Tengan cuidado, entonces, no sea que también ustedes se hagan semejantes a los extranjeros y se dejen invadir por el temor a esos dioses,

5. Pues mi ángel está con vosotros: él tiene cuidado de vuestras vidas.

5. al ver delante y detrás de ellos una multitud que los adora. Digan más bien en su corazón: "A ti, Señor, hay que adorar".

6. Porque la lengua de esos dioses ha sido limada por un artesano, y ellos, por muy dorados y plateados que estén, son falsos y no pueden hablar.

6. Porque mi ángel está con ustedes y él cuida de sus vidas.

7. Como para una joven presumida, así ellos toman oro y preparan coronas para las cabezas de sus dioses.

7. La lengua de esos dioses, en efecto, ha sido limada por un artífice, y aunque ellos están recubiertos de oro y plata, son falsos y no pueden hablar.

8. Ocurre a veces que los sacerdotes roban a sus dioses oro y plata y lo emplean en sus propios gastos, y llegan a dárselo incluso a las prostitutas de la terraza.

8. Como para una joven que le gusta adornarse, esa gente toma oro y fabrica coronas para las cabezas de sus dioses.

9. Los adornan también con vestidos como si fuesen hombres, a esos dioses de plata, oro y madera; pero éstos no se libran ni de la roña ni de los gusanos.

9. También, algunas veces, los sacerdotes sustraen a sus dioses el oro y la plata, que gastan para sí mismos y los dan, incluso, a las prostitutas sagradas.

10. Por muy envueltos que estén en vestidos de púrpura, tienen que lavarles la cara, debido al polvo de la casa que los recubre espesamente.

10. Adornan con vestidos a estos dioses de plata, oro y madera, como si fueran hombres, pero ellos no pueden librarse del orín y de la polilla,

11. Hay quien empuña el cetro como un gobernador de provincia, pero no podría aniquilar al que le ha ofendido.

11. a pesar del manto de púrpura con que se los cubre. Les limpian la cara a causa del polvo del templo que se amontona sobre ellos.

12. Otro tiene en su diestra espada y hacha, pero no puede defenderse de la guerra ni de los ladrones.

12. Alguno de ellos tiene un cetro como un gobernador de provincia, pero no puede matar al que lo ofende.

13. Por donde bien dejan ver que no son dioses. Así que no les temáis.

13. Otro tiene en su derecha un puñal y un hacha, pero no puede defenderse de la guerra ni de los ladrones.

14. Como el vaso que un hombre usa, cuando se rompe, se hace inservible, así les pasa a sus dioses una vez colocados en el templo.

14. Por todo esto aparece claro que ellos no son dioses: no los teman, entonces.

15. Sus ojos están llenos del polvo levantado por los pies de los que entran.

15. Así como una vasija rota ya no sirve para nada, así sucede también con sus dioses, una vez instalados en sus templos:

16. Lo mismo que a uno que ha ofendido al rey se le cierran bien las puertas, como que está condenado a muerte, así los sacerdotes aseguran las casas de estos dioses con puertas, cerrojos y trancas, para que no sean saqueados por los ladrones.

16. sus ojos se llenan del polvo levantado por los pies de los que entran.

17. Les encienden lámparas y aun más que para ellos mismos, cuando los dioses no pueden ver ni una sola de ellas.

17. Y así como a un hombre que ha ofendido al rey, se lo encierra en una celda, porque está condenado a muerte, así también los sacerdotes refuerzan los templos de esos dioses con puertas, cerrojos y trancas, para que no sean despojados por los ladrones.

18. Les pasa lo mismo que a las vigas de la casa cuyo interior se dice que está aplillado. A los gusanos que suben del suelo y los devoran, a ellos y sus vestidos, no los sienten.

18. Encienden lámparas, en mayor número aún que para sí mismos, aunque los dioses no pueden ver ninguna de ellas.

19. Sus caras están ennegrecidas por la humareda de la casa.

19. Son como uno de los postes del templo, de los cuales se dice que están carcomidos por dentro, y mientras los gusanos de la tierra los devoran junto con sus vestidos, ellos no sienten nada.

20. Sobre su cuerpo y sus cabezas revolotean lechuzas vencejos y otros pájaros; y también hay gatos.

20. Su cara está ennegrecida por el humo del templo.

21. Por donde podéis ver que no son dioses; así que no les temáis.

21. Sobre su cuerpo y su cabeza revolotean murciélagos, golondrinas y otros pájaros; y también hay gatos.

22. El oro mismo con que los recubren para embellecerlos no lograría hacerlos brillar si no hubiera quien le limpiara la herrumbre, pues ni cuando eran fundidos se daban cuenta.

22. Por todo esto, ustedes reconocerán que no son dioses: no los teman, entonces.

23. A enorme precio han sido comprados esos dioses en los que no hay soplo de vida.

23. Ellos no harán brillar el oro con que se los recubre para embellecerlos, si nadie le quita el orín, porque ni aun cuando los fundían se daban cuenta de nada.

24. Al no tener pies, son llevados a hombros, exhibiendo así a los hombres su propia ignominia; y quedan también en vergüenza sus servidores, porque si aquéllos llegan a caer en tierra, tienen que ser levantados por ellos.

24. Han sido comprados a muy alto precio, y no hay en ellos ni un soplo de vida.

25. Si se les pone en pie, no pueden moverse por sí mismos; si se les tumba, no logran enderezarse solos; como a muertos, se les presentan las ofrendas.

25. Como no tienen pies, son llevados en andas, mostrando así a los hombres que no valen nada. Y sus propios servidores también tienen que avergonzarse, porque si esos dioses caen por tierra, ellos tienen que levantarlos.

26. Sus víctimas las venden los sacerdotes y sacan provecho de ellas; también sus mujeres ponen una parte en conserva, sin repartir nada al pobre ni al enfermo; y las mujeres que acaban de dar a luz y las que están en estado de impureza tocan sus víctimas.

26. Si se los pone de pie, no se mueven por sí mismos; si se los inclina, no se pueden enderezar; como a muertos se les presentan las ofrendas.

27. Conociendo, pues, por todo esto que no son dioses, no les temáis.

27. Los sacerdotes venden sus víctimas y sacan provecho de ellas; de la misma manera, sus mujeres conservan en sal una parte de la víctima, en lugar de repartirla al pobre y al desvalido. Y hasta la menstruante y la parturienta tocan esas víctimas.

28. ¿Cómo, en efecto, podrían llamarse dioses? Son mujeres las que presentan ofrendas ante estos dioses de plata, oro y madera.

28. Sabiendo, entonces, por estas cosas que no son dioses, no los teman.

29. Y en sus templos los sacerdotes se están sentados, con las túnicas desgarradas, las cabezas y las barbas rapadas y la cabeza descubierta;

29. ¿Cómo se los puede llamar dioses? ¡Si son mujeres las que sirven a esos dioses de plata, de oro y de madera!

30. y vocean chillando delante de sus dioses como hacen algunos en un banquete fúnebre.

30. En sus templos, los sacerdotes permanecen sentados con sus túnicas desgarradas, con la cabeza y la barba raída y la cabeza descubierta;

31. Los sacerdotes les quitan la vestimenta para vestir a sus mujeres y sus hijos.

31. gritan y vociferan delante de sus dioses, como lo hacen algunos en un banquete fúnebre.

32. Si alguien les hace daño o favor, no pueden darle su merecido. Ni pueden poner ni quitar rey.

32. Ellos quitan los vestidos a los dioses para vestir a sus mujeres y a sus hijos.

33. Tampoco son capaces de dar ni riquezas ni dinero. Si alguien les hace un voto y no lo cumple, no le piden cuentas.

33. Y esos dioses no pueden devolver el bien o el mal que se les hace, ni pueden entronizar o derrocar a un rey.

34. Jamás libran a un hombre de la muerte, ni arrancan al débil de las manos del poderoso.

34. Tampoco son capaces de dar riquezas o dinero. Si alguien les hace un voto y no lo cumple, ellos no le piden cuenta.

35. No pueden devolver la vista al ciego, ni liberar al hombre que se halla en necesidad.

35. No libran a un hombre de la muerte, ni arrancan al débil de las manos del poderoso.

36. No tienen piedad de la viuda ni hacen bien al huérfano.

36. No devuelven la vista a un ciego ni salvan al que está necesitado.

37. A los peñasos sacados del monte se parecen esos maderos recubiertos de oro y plata, y sus servidores quedan en vergüenza.

37. No se compadecen de la viuda ni favorecen al huérfano.

38. ¿Cómo, pues, se puede creer o afirmar que son dioses?

38. Estos pedazos de madera, recubiertos de oro y plata, son como piedras extraídas de la montaña, y sus servidores quedarán avergonzados.

39. Más aún, los mismos caldeos los desacreditan cuando, al ver a un mudo que no puede hablar, lo llevan donde Bel, pidiéndole que le devuelva el habla, como si este dios pudiera percibir.

39. ¿Cómo se puede, entonces, pensar o decir que son realmente dioses?

40. Y no pueden ellos, que piensan, abandonar a sus dioses que no sienten nada.

40. Más aún, los mismos caldeos los desacreditan: cuando ven a un mudo que no puede hablar, lo presentan a Bel, pidiéndole que recupere el habla, como si el dios fuera capaz de entender;

41. Las mujeres, ceñidas de cuerdas, se sientan junto a los casminos quemando como incienso el salvado,

41. y ellos no pueden recapacitar y abandonar a esos dioses, porque les falta el buen sentido.

42. y, cuando una de ellas, solicitada por algún transeúnte, se acuesta con él, reprocha a su vecina de no haber sido hallada digna como ella y de no haber sido rota su cuerda.

42. También las mujeres, ceñidas de cordones, se instalan en los caminos quemando afrechillo;

43. Todo lo que se hace en honor de ellos es engaño. ¿Cómo, pues, se puede creer o afirmar que son dioses?

43. y cuando alguna de ellas, solicitada por un transeúnte, se acuesta con él, se burla de su vecina, porque no fue distinguida como ella ni se rasgó su cordón.

44. Han sido fabricados por artesanos y orfebres, y no son cosa que lo que sus artífices quieren que sean.

44. Todo lo que concierne a estos dioses es mentira. ¿Cómo se puede, entonces, pensar o decir que son realmente dioses?

45. Los mismos que los han fabricado no duran mucho tiempo; ¿cómo, pues, van a ser dioses las cosas fabricadas por ellos?

45. Ellos han sido fabricados por artesanos y orfebres; y no pueden ser otra cosa que lo que estos obreros quieren que sean.

46. Sólo mentira y oprobio han dejado a su posteridad.

46. Aquellos que los fabrican no vivirán mucho tiempo: ¿cómo pueden ser dioses las cosas fabricadas por ellos?

47. Y cuando les sobrevienen guerras o calamidades, los sacerdotes deliberan entre sí dónde esconderse con ellos.

47. Porque no han dejado a sus descendientes más que mentira e ignominia.

48. ¿Cómo, pues, no darse cuenta de que no son dioses los que no pueden salvarse a sí mismos de la guerra ni de las calamidades?

48. Cuando les sobreviene una guerra u otras calamidades, los sacerdotes se consultan para saber dónde esconderse junto con sus dioses.

49. No siendo otra cosa que madera dorada y plateada, se reconocer reconocerá más tarde que no son más que mentira. Para todos, naciones y reyes, quedará claro que no son dioses, sino obras de manos de hombres, y que no hay en ellos obra alguna de un dios.

49. ¿Cómo no comprenden que no pueden ser dioses los que no pueden salvarse a sí mismos ni de la guerra ni de las calamidades?

50. ¿A quién, pues, no parecerá evidente que no son dioses?

50. Como son simples pedazos de madera recubiertos de oro y plata, más tarde se sabrá que son pura mentira. Se pondrá de manifiesto a todas las naciones y a todos los reyes que no son dioses, sino obras de manos de hombres, y que no hay nada en ellos que sea obra de Dios.

51. No pueden poner rey en un país, ni dar a los hombres la lluvia.

51. ¿Quién, entonces, puede dejar de admitir que no son dioses?

52. No saben juzgar sus pleitos, ni liberar y proteger al agraviado, porque son incapaces; como cornejas son entre el cielo y la tierra.

52. Ellos no pueden entronizar a un rey en un país, ni dar la lluvia a los hombres,

53. Pues si llega a prender el fuego en la casa de esos dioses de madera, dorados y plateados, sus sacerdotes escaparán y se pondrán a salvo, pero ellos serán, como postes, presa de las llamas.

53. ni dirimir sus propias causas, ni librar al que sufre la injusticia, porque son impotentes: son como cuervos que vuelan entre el cielo y la tierra.

54. Tampoco pueden resistir a rey ni a ejército enemigo.

54. Si llega a caer fuego sobre el templo de estos dioses de madera recubiertos de oro y plata, sus sacerdotes huirán y se pondrán a salvo, mientras que ellos se quemarán como postes.

55. ¿Cómo pues, admitir o creer que son dioses?

55. Ellos no pueden resistir a un rey ni a un ejército enemigo.

56. Ni de ladrones y salteadores pueden defenderse estos dioses de madera, plateados y dorados; aquéllos, más fuertes que ellos, les quitan el oro, la plata y la vestimenta que los recubre, y se van con ello, sin que los dioses puedan socorrerse a sí mismos.

56. ¿Cómo se puede, entonces, admitir o pensar que son dioses?

57. De modo que es mucho mejor ser un rey que ostenda su poder, o un utensilio provechoso en una casa, del cual se sirve su dueño, que no estos falsos dioses; o una puerta en una casa, que guarda cuanto hay dentro de ella, que no estos falsos dioses; o bien un poste de madera en un palacio, que no estos falsos dioses.

57. Estos dioses de madera recubiertos de plata y oro no pueden salvarse de ladrones y salteadores; los más fuertes les arrancan el oro y la plata y se van con las vestiduras que los cubrían, sin que ellos se puedan socorrer a sí mismos.

58. El sol, la luna y las estrellas, que brillan y tienen una misión, son obedientes:

58. De manera que vale más ser un rey que da prueba de su valentía, o un objeto útil en una casa, del que se sirve su dueño, que ser estos falsos dioses. O vale más ser la puerta de una casa, que asegura lo que hay en ella, o una columna de madera en un palacio real, que ser estos falsos dioses.

59. igualmente el relámpago, cuando aparece, es bien visible; asimismo el viento sopla en todo país;

59. El sol, la luna y las estrellas, que están puestas para alumbrar y para ser útiles, se muestran dóciles;

60. las nubes, cuando reciben de Dios la orden de recorrer toda la tierra, la ejecutan al punto; y el fuego, enviado de lo alto a consumir montes y bosques, hace lo que se le ha ordenado.

60. lo mismo el relámpago, cuando aparece, es bien visible; igualmente el viento sopla en toda la región;

61. Pero aquéllos no pueden compararse a ninguna de estas cosas, ni en presencia, ni en potentia.

61. las nubes, cuando Dios les ordena recorrer toda la tierra, cumplen su cometido; y también el fuego, cuando es enviado de lo alto para consumir montes y bosques, lleva a cabo lo que se le ordena.

62. Así que no se puede creer ni afirmar que sean dioses, puesto que no son capaces de hacer justicia ni de proporcionar bien alguno a los hombres.

62. Pero esos dioses no se parecen a ninguna de estas cosas, ni en belleza ni en poder.

63. Sabiendo, pues, que no son dioses, no les temáis.

63. Por lo tanto, no se puede pensar ni decir que son realmente dioses, ya que no son capaces de hacer justicia ni de favorecer a los hombres.

64. Tampoco pueden maldecir ni bendecir a los reyes;

64. Sabiendo, entonces, que no son dioses, no los teman.

65. ni hacer ver a las naciones señales en el cielo; ni resplandecen como el sol, ni alumbran como la luna.

65. Ellos, en efecto, no pueden maldecir ni bendecir a los reyes;

66. Las bestias valen más que ellos, porque pueden, refugiándose bajo cubierto, ser útiles a sí mismas.

66. son incapaces de mostrar a las naciones señales en el cielo, de brillar como el sol, o de alumbrar como la luna.

67. Por ningún lado, pues, aparece que sean dioses; así que no les temáis.

67. Las fieras valen más que ellos, porque pueden refugiarse bajo cubierto y valerse por sí mismas.

68. Como espantajo en cohombral, que no guarda nada, así son sus dioses de madera, dorados y plateados.

68. Nos es bien manifiesto, entonces, que de ninguna manera ellos son dioses: por eso, no los teman.

69. También a un espino en un huerto, en el que todos los pájaros se posan, o a un muerto echado en lugar oscuro, se pueden comparar sus dioses de madera, dorados y plateados.

69. Así como un espantapájaros en un melonar no protege nada, así sucede también con sus dioses de madera recubiertos de oro y plata.

70. Por la púrpura y el lino que se pudre encima de ellos, conoceréis también que no son dioses. Ellos mismos serán al fin devorados y serán un oprobio para el país.

70. O bien, son comparables a una zarza en un huerto, sobre la cual se posan todos los pájaros, o a un muerto arrojado en la oscuridad.

71. Mucho más vale, pues, el hombre justo, que no tiene ídolos; él estará lejos del oprobio.

71. Por la púrpura y el lino, que se pudren sobre ellos, ustedes reconocerán que no son dioses; más aún, ellos mismos serán al fin devorados y se convertirán en un oprobio para el país.

72.

72. Vale más, entonces, un hombre justo que no tiene ídolos, porque estará a salvo del oprobio.





“As almas não são oferecidas como dom; compram-se. Vós ignorais quanto custaram a Jesus. É sempre com a mesma moeda que é preciso pagá-las”. São Padre Pio de Pietrelcina