1. Entró de nuevo en la sinagoga, y había allí un hombre que tenía la mano paralizada.

1. Otro día entró Jesús en la sinagoga y se encontró con un hombre que tenía la mano paralizada.

2. Estaban al acecho a ver si le curaba en sábado para poder acusarle.

2. Pero algunos estaban observando para ver si lo sanaba Jesús en día sábado. Con esto tendrían motivo para acusarlo.

3. Dice al hombre que tenía la mano seca: «Levántate ahí en medio.»

3. Jesús dijo al hombre que tenía la mano paralizada: «Ponte de pie y colócate aquí en medio.»,

4. Y les dice: «¿Es lícito en sábado hacer el bien en vez del mal, salvar una vida en vez de destruirla?» Pero ellos callaban.

4. Después les preguntó: «¿Qué nos permite la Ley hacer en día sábado? ¿Hacer el bien o hacer daño? ¿Salvar una vida o matar?» Pero ellos se quedaron callados.

5. Entonces, mirándoles con ira, apenado por la dureza de su corazón, dice al hombre: «Extiende la mano.» El la extendió y quedó restablecida su mano.

5. Entonces Jesús paseó sobre ellos su mirada, enojado y muy apenado por su ceguera, y dijo al hombre: «Extiende la mano.» El paralítico la extendió y su mano quedó sana.

6. En cuanto salieron los fariseos, se confabularon con los herodianos contra él para ver cómo eliminarle.

6. En cuanto a los fariseos, apenas salieron, fueron a juntarse con los partidarios de Herodes, buscando con ellos la forma de eliminar a Jesús. (Mt 12,15; Lc 6,17)

7. Jesús se retiró con sus discípulos hacia el mar, y le siguió una gran muchedumbre de Galilea. También de Judea,

7. Jesús se retiró con sus discípulos a orillas del lago y lo siguió una gran muchedumbre de Galilea. También de Judea,

8. de Jerusalén, de Idumea, del otro lado del Jordán, de los alrededores de Tiro y Sidón, una gran muchedumbre, al oír lo que hacía, acudió a él.

8. de Jerusalén, de Idumea, del otro lado del Jordán y de las tierras de Tiro y de Sidón, muchísima gente venía a verlo con sólo oír todo lo que hacía.

9. Entonces, a causa de la multitud, dijo a sus discípulos que le prepararan una pequeña barca, para que no le aplastaran.

9. Jesús mandó a sus discípulos que tuvieran lista una barca, para que toda aquella gente no lo atropellase.

10. Pues curó a muchos, de suerte que cuantos padecían dolencias se le echaban encima para tocarle.

10. Pues al verlo sanar a tantos, todas las personas que sufrían de algún mal se le echaban encima para tocarlo.

11. Y los espíritus inmundos, al verle, se arrojaban a sus pies y gritaban: «Tú eres el Hijo de Dios.»

11. Incluso los espíritus malos, apenas lo veían, se arrojaban a sus pies y gritaban: «Tú eres el Hijo de Dios.»

12. Pero él les mandaba enérgicamente que no le descubrieran.

12. Pero él no quería que lo dieran a conocer, y los hacía callar,.

13. Subió al monte y llamó a los que él quiso; y vinieron donde él.

13. Jesús subió al monte y llamó a los que él quiso, y se reunieron con él.

14. Instituyó Doce, para que estuvieran con él, y para enviarlos a predicar

14. Así instituyó a los Doce (a los que llamó también apóstoles), para que estuvieran con él y para enviarlos a predicar,

15. con poder de expulsar los demonios.

15. dándoles poder para echar demonios.

16. Instituyó a los Doce y puso a Simón el nombre de Pedro;

16. Estos son los Doce: Simón, a quien puso por nombre Pedro;

17. a Santiago el de Zebedeo y a Juan, el hermano de Santiago, a quienes puso por nombre Boanerges, es decir, hijos del trueno;

17. Santiago y su hermano Juan, hijos de Zebedeo, a quienes puso el sobrenombre de Boanerges, es decir, hijos del trueno;

18. a Andrés, Felipe, Bartolomé, Mateo, Tomás, Santiago el de Alfeo, Tadeo, Simón el Cananeo

18. Andrés, Felipe, Bartolomé, Mateo, Tomás, Santiago, el hijo de Alfeo, Tadeo, Simón el Cananeo,

19. y Judas Iscariote, el mismo que le entregó.

19. y Judas Iscariote, el que después lo traicionó.

20. Vuelve a casa. Se aglomera otra vez la muchedumbre de modo que no podían comer.

20. Vuelto a casa, se juntó otra vez tanta gente que ni siquiera podían comer.

21. Se enteraron sus parientes y fueron a hacerse cargo de él, pues decían: «Está fuera de sí.»

21. Al enterarse sus parientes de todo lo anterior, fueron a buscarlo para llevárselo, pues decían: «Se ha vuelto loco.»

22. Los escribas que habían bajado de Jerusalén decían: «Está poseído por Beelzebul» y «por el príncipe de los demonios expulsa los demonios.»

22. Mientras tanto, unos maestros de la Ley que habían venido de Jerusalén decían: «Está poseído por Belzebú, jefe de los demonios, y con su ayuda expulsa a los demonios.»

23. El, llamándoles junto a sí, les decía en parábolas: «¿Cómo puede Satanás expulsar a Satanás?

23. Jesús les pidió que se acercaran y empezó a enseñarles por medio de ejemplos:

24. Si un reino está dividido contra sí mismo, ese reino no puede subsistir.

24. «¿Cómo puede Satanás echar a Satanás? Si una nación está con luchas internas, esa nación no podrá mantenerse en pie.

25. Si una casa está dividida contra sí misma, esa casa no podrá subsistir.

25. Y si una familia está con divisiones internas, esa familia no podrá subsistir.

26. Y si Satanás se ha alzado contra sí mismo y está dividido, no puede subsistir, pues ha llegado su fin.

26. De igual modo, si Satanás lucha contra sí mismo y está dividido, no puede subsistir, y pronto llegará su fin.

27. Pero nadie puede entrar en la casa del fuerte y saquear su ajuar, si no ata primero al fuerte; entonces podrá saquear su casa.

27. La verdad es que nadie puede entrar en la casa del Fuerte y arrebatarle sus cosas si no lo amarra primero; entonces podrá saquear su casa.

28. Yo os aseguro que se perdonará todo a los hijos de los hombres, los pecados y las blasfemias, por muchas que éstas sean.

28. En verdad les digo: Se les perdonará todo a los hombres, ya sean pecados o blasfemias contra Dios, por muchos que sean.

29. Pero el que blasfeme contra el Espíritu Santo, no tendrá perdón nunca, antes bien, será reo de pecado eterno.»

29. En cambio el que calumnie al Espíritu Santo, no tendrá jamás perdón, pues se queda con un pecado que nunca lo dejará.»

30. Es que decían: «Está poseído por un espíritu inmundo.»

30. Y justamente ése era su pecado cuando decían: Está poseído por un espíritu malo.

31. Llegan su madre y sus hermanos, y quedándose fuera, le envían a llamar.

31. Entonces llegaron su madre y sus hermanos, se quedaron afuera y lo mandaron a llamar.

32. Estaba mucha gente sentada a su alrededor. Le dicen: «¡Oye!, tu madre, tus hermanos y tus hermanas están fuera y te buscan.»

32. Como era mucha la gente sentada en torno a Jesús, le transmitieron este recado: «Tu madre, tus hermanos y tus hermanas están fuera y preguntan por ti.»

33. El les responde: «¿Quién es mi madre y mis hermanos?»

33. Él les contestó: «¿Quiénes son mi madre y mis hermanos?»

34. Y mirando en torno a los que estaban sentados en corro, a su alrededor, dice: «Estos son mi madre y mis hermanos.

34. Y mirando a los que estaban sentados a su alrededor, dijo: «Estos son mi madre y mis hermanos.

35. Quien cumpla la voluntad de Dios, ése es mi hermano, mi hermana y mi madre.»

35. Porque todo el que hace la voluntad de Dios es hermano mío y hermana y madre.»





“Para mim, Deus está sempre fixo na minha mente e estampado no meu coração.” São Padre Pio de Pietrelcina