Josué, 10
42. Se apoderó Josué de todos aquellos reyes y de sus territorios de una sola vez, porque Yahveh, el Dios de Israel, peleaba en favor de Israel.
42. Se apoderó Josué de todos aquellos reyes y de sus territorios de una sola vez, porque Yahveh, el Dios de Israel, peleaba en favor de Israel.
El capítulo 10 de Joshua describe la conquista de varias ciudades por el ejército israelita, incluida la batalla contra los cinco reyes amoritos que se unieron para luchar contra Gibeom. Dios ayudó a los israelitas a superar la batalla e incluso hizo que el sol se detuviera en el cielo para darles más tiempo para completar la victoria. Aquí hay cinco versos relacionados con los temas abordados en Joshua 10:
Éxodo 23:28: "Y enviaré a Wasp antes que tú, para que puedan lanzar el Heveus, los cananeos y los hites de antes de ti". Este versículo se relaciona con la ayuda sobrenatural de Dios en la lucha contra los enemigos de los israelitas en Canaán.
Deuteronomio 3:22: "No en sí mismos, porque el Señor tu Dios es el que lucha por ti". Este versículo se relaciona con la confianza de los israelitas en la ayuda de Dios durante la batalla contra los cinco reyes de Amoritas.
Salmo 18:39: "También está el escudo de tu salvación; tu mano derecha me sostuvo y tu mansedumbre me ha magnificado". Este versículo se relaciona con la protección de Dios sobre los israelitas durante la batalla y cómo los sostuvo y los salvó.
Isaías 30:29: "Tendrás una canción como en la noche de una sagrada fiesta; y alegría del corazón, como la que va con flauta, para entrar en el montículo del Señor, a la roca de Israel". Este versículo se relaciona con la celebración de los israelitas después de su victoria sobre los enemigos y cómo le dieron gracias y alabanza a Dios.
Salmo 46:10: "Issoide y sepa que soy Dios; seré exaltado entre las naciones; seré exaltado sobre la tierra". Este versículo se relaciona con la soberanía de Dios sobre todas las naciones, y lo exaltado que está en sus obras, como la ayuda que brindó a los israelitas durante la batalla.
“A cada vitória sobre o pecado corresponde um grau de glória eterna”. São Padre Pio de Pietrelcina
