8. Ningún cedro en el Jardín de Dios podía hacerle sombra; no había entre los cipreses ramas semejantes a las suyas, y ninguno de los plátanos era comparable a su ramaje. Ningún árbol en el Jardín de Dios se le asemejaba en hermosura.





“Queira o dulcíssimo Jesus conservar-nos na Sua graça e dar-nos a felicidade de sermos admitidos, quando Ele quiser, no eterno convívio…” São Padre Pio de Pietrelcina