1. No seas celoso de la mujer que amas, para no incitarla a comportarse mal contigo.

2. No te entregues ciegamente a una mujer, hasta el punto que llegue a dominarte.

3. No te acerques a una prostituta, no sea que caigas en sus redes.

4. No te entretengas con una cantante, para no ser atrapado por sus artimañas.

5. No mires demasiado a una joven, para no incurrir en su misma condena.

6. No te entregues a las prostitutas, para no arruinar tu patrimonio.

7. No vayas mirando por las calles de la ciudad ni rondes por sus lugares solitarios.

8. Aparta tu vista de la mujer hermosa y no fijes los ojos en la belleza ajena: muchos se extraviaron por la belleza de una mujer, y por su causa el deseo arde como fuego.

9. Nunca te sientes junto a una mujer casada ni bebas vino con ella en los banquetes, no sea que tu corazón se incline hacia ella y por tu pasión te precipites en la ruina.

10. No abandones a un viejo amigo, porque uno nuevo no vale tanto como él. Amigo nuevo es como vino nuevo: que se ponga añejo, y lo beberás con placer.

11. No envidies la gloria del pecador, porque no sabes cuál será su suerte.

12. No te deleites en lo que deleita a los impíos: recuerda que bajarán al Abismo sin ser justificados.

13. Aléjate del que tiene poder para matar y no experimentarás el temor a la muerte. Si te acercas a él, no cometas ninguna falta, no sea que te quite la vida: ten en cuenta que avanzas entre lazos y que caminas por las almenas de la ciudad.

14. Dentro de lo posible, recurre a tus vecinos y busca el consejo de los sabios.

15. Frecuenta el trato de las personas inteligentes y conversa siempre sobre la Ley del Altísimo.

16. Que los hombres justos sean tus comensales y que tu orgullo esté en el temor del Señor.

17. Por la mano del artista, la obra es digna de elogio, y el jefe del pueblo se muestra sabio por sus palabras.

18. El charlatán es el terror de su ciudad y el desmedido al hablar se hace odioso.





“Há duas razões principais para se orar com muita satisfação: primeiro para render a Deus a honra e a glória que Lhe são devidas. Segundo, para falar com São Padre Pio de Pietrelcina