10. La reina, enterada de las palabras del rey y de sus dignatarios, entró en la sala del banquete y, tomando la palabra, dijo: "¡Viva el rey eternamente! Que tus pensamientos no te llenen de espanto y no cambies de color.





“Pense na felicidade que está reservada para nós no Paraíso”. São Padre Pio de Pietrelcina