6. Su cuerpo brillaba como el crisólito, su rostro tenía el aspecto del relámpago, sus ojos eran como antorchas de fuego, sus brazos y sus piernas como el fulgor del bronce bruñido, y el sonido de sus palabras como el estruendo de una multitud.





“Devemos odiar os nossos pecados, visto que o amor ao Senhor significa paz”. São Padre Pio de Pietrelcina