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  • ¡He aquí por los montes los pies del mensajero de buenas nuevas, el que anuncia la paz! Celebra tus fiestas, Judá, cumple tus votos, porque no volverá a pasar por ti Belial: ha sido extirpado totalmente. (Nahún 2, 1)

  • Pues Yahveh restablece la viña de Jacob, como la viña de Israel. Devastadores la habían devastado, habían destruido sus sarmientos. (Nahún 2, 3)

  • La Belleza es deportada, arrancada, sus siervas gimen, como gemido de palomas, y se golpean el corazón. (Nahún 2, 8)

  • ¡Destrozo, saqueo, devastación! ¡Corazones que se disuelven y rodillas que vacilan y estremecimiento en todos los lomos y todos los rostros que mudan de color! (Nahún 2, 11)

  • Todas tus fortalezas son higueras cargadas de brevas: si se las sacude, caen en la boca de quien va a comerlas. (Nahún 3, 12)

  • Yahveh mi señor es mi fuerza, él me da pies como los de ciervas, y por las alturas me hace caminar. Del maestro de coro. Para instrumentos de cuerda. (Habacuc 3, 19)

  • Será dada al saqueo su riqueza, sus casas a la devastación; casas contruyeron, mas no las habitarán, plantaron viñas, mas no beberán su vino. (Sofonías 1, 13)

  • Día de ira el día aquel, día de angustia y de aprieto, día de devastación y desolación, día de tinieblas y de oscuridad, día de nublado y densa niebla, (Sofonías 1, 15)

  • Le dije: «¿A dónde vas?» Me dijo: «A medir a Jerusalén, a ver cuánta es su anchura y cuánta su longitud.» (Zacarías 2, 6)

  • Sino que los dispersé entre todas las naciones que no conocían, y la tierra quedó devastada detrás de ellos: ya nadie iba ni venía. Y así convirtieron una tierra de delicias en desolación.» (Zacarías 7, 14)

  • Sucederá aquel día que saldrán de Jerusalén aguas vivas, mitad hacia el mar oriental, mitad hacia el mar occidental: las habrá tanto en verano como en invierno. (Zacarías 14, 8)

  • Ponte enseguida a buenas con tu adversario mientras vas con él por el camino; no sea que tu adversario te entregue al juez y el juez al guardia, y te metan en la cárcel. (Mateo 5, 25)


“O amor tudo esquece, tudo perdoa, sem reservas.” São Padre Pio de Pietrelcina