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  • Si somos atribulados, lo somos para consuelo y salvación vuestra; si somos consolados, lo somos para el consuelo vuestro, que os hace soportar con patiencia los mismos sufrimientos que también nosotros soportamos. (II Corintios 1, 6)

  • Es firme nuestra esperanza respecto de vosotros; pues sabemos que, como sois solidarios con nosotros en los sufrimientos, así lo seréis también en la consolación. (II Corintios 1, 7)

  • Pero se embotaron sus inteligencias. En efecto, hasta el día de hoy perdura ese mismo velo en la lectura del Antiguo Testamento. El velo no se ha levantado, pues sólo en Cristo desaparece. (II Corintios 3, 14)

  • No volvemos a recomendarnos ante vosotros; solamente queremos daros ocasión para gloriaros de nosotros y así tengáis cómo responder a los que se glorían de lo exterior, y no de lo que está en el corazón. (II Corintios 5, 12)

  • Pero el Dios que consuela a los humillados, nos consoló con la llegada de Tito, (II Corintios 7, 6)

  • y no sólo con su llegada, sino también con el consuelo que le habíais proporcionado, comunicándonos vuestra añoranza, vuestro pesar, vuestro celo por mí hasta el punto de colmarme de alegría. (II Corintios 7, 7)

  • Eso es lo que nos ha consolado. Y mucho más que por este consuelo, nos hemos alegrado por el gozo de Tito, cuyo espíritu fue tranquilizado por todos vosotros. (II Corintios 7, 13)

  • No es una orden; sólo quiero, mediante el interés por los demás, probar la sinceridad de vuestra caridad. (II Corintios 8, 8)

  • Os doy un consejo sobre el particular: que es lo que os conviene a vosotros, ya que desde el año pasado habéis sido los primeros no sólo en hacer la colecta, sino también en tomar la iniciativa. (II Corintios 8, 10)

  • pues aceptó mi ruego y, más solícito que nunca, por propia iniciativa fue donde vosotros. (II Corintios 8, 17)

  • Y no sólo eso, sino que fue designado por elección de todas las Iglesias como compañero nuestro de viaje en esta generosidad, en que servimos nosotros para la gloria del mismo Señor, por iniciativa nuestra. (II Corintios 8, 19)

  • pues procuramos el bien no sólo ante el Señor sino también ante los hombres. (II Corintios 8, 21)


“Subamos sem nos cansarmos, sob a celeste vista do Salvador. Distanciemo-nos das afeições terrenas. Despojemo-nos do homem velho e vistamo-nos do homem novo. Aspiremos à felicidade que nos está reservada.” São Padre Pio de Pietrelcina