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Sólo que el pueblo que habita en el país es poderoso; las ciudades, fortificadas y muy grandes; hasta hemos visto allí descendientes de Anaq. (Números 13, 28)
Si haces perecer a este pueblo como un solo hombre, dirán los pueblos que han oído hablar de ti: (Números 14, 15)
Os juro que no entraréis en la tierra en la que, mano en alto, juré estableceros. Sólo a Caleb, hijo de Yefunné y a Josué, hijo de Nun, (Números 14, 30)
y vuestros hijos serán nómadas cuarenta años en el desierto, cargando con vuestra infidelidad, hasta que no falte uno solo de vuestros cadáveres en el desierto. (Números 14, 33)
Una sola ley y una sola norma regirá para vosotros y para el forastero que reside entre vosotros.» (Números 15, 16)
En el caso de que una sola persona haya pecado por inadvertencia, ofrecerá en sacrificio por el pecado una cabrita de un año. (Números 15, 27)
lo mismo al ciudadano israelita que al forastero residente entre vosotros: no tendréis más que una sola ley para el que obra por inadvertencia. (Números 15, 29)
Moisés se enojó mucho y dijo a Yahveh: «No mires a su oblación. Yo no les he quitado ni un solo asno, ni le he hecho mal a ninguno de ellos.» (Números 16, 15)
Ellos cayeron rostro en tierra y clamaron: «Oh Dios, Dios de los espíritus de toda carne: un solo hombre ha pecado, ¿y te enojas con toda la comunidad?» (Números 16, 22)
Partieron de Obot y acamparon en Iyyé Haabarim, en el desierto que limita con Moab, hacia la salida del sol. (Números 21, 11)
Dijo Yahveh a Moisés: «Toma a todos los jefes del pueblo y empálalos en honor de Yahveh, cara al sol; así cederá el furor de la cólera de Yahveh contra Israel.» (Números 25, 4)
Selofjad, hijo de Jéfer, no tuvo hijos; solamente hijas. Se llamaban las hijas de Selofjad: Majlá, Noá, Jojlá, Milká y Tirsá. (Números 26, 33)