Fondare 48 Risultati per: Sayal

  • En sus calles se han ceñido sayal, sobre sus azoteas y en sus plazas todo el mundo ulula, baja llorando. (Isaías 15, 3)

  • en aquella sazón habló Yahveh por medio de Isaías, hijo de Amós, en estos términos: «Ve y desata el sayal de tu cintura, y quítate las sandalias de los pies.» El lo hizo así, y anduvo desnudo y descalzo. (Isaías 20, 2)

  • Llamaba el Señor Yahveh Sebaot aquel día a lloro y a lamento y a raparse y ceñirse de sayal, (Isaías 22, 12)

  • Cuando lo oyó el rey Ezequías desgarró sus vestidos, se cubrió de sayal y se fue a la Casa de Yahveh. (Isaías 37, 1)

  • Envió a Elyaquim, mayordomo, a Sebná, secretario, y a los sacerdotes ancianos cubiertos de sayal donde el profeta Isaías, hijo de Amós. (Isaías 37, 2)

  • Yo visto los cielos de crespón y los cubro de sayal. (Isaías 50, 3)

  • ¿Acaso es éste el ayuno que yo quiero el día en que se humilla el hombre? ¿Había que doblegar como junco la cabeza, en sayal y ceniza estarse echado? ¿A eso llamáis ayuno y día grato a Yahveh? (Isaías 58, 5)

  • Por ende, ceñíos de sayal, endechad y plañid: - «¡No; no se va de nosotros la ardiente ira de Yahveh!» (Jeremías 4, 8)

  • - Hija de mi pueblo, cíñete de sayal y revuélcate en ceniza, haz por ti misma un duelo de hijo único, una endecha amarguísima, porque en seguida viene el saqueador sobre nosotros. (Jeremías 6, 26)

  • Ulula, Jesbón, porque Ar ha sido devastada. Gritad, hijas de Rabbá, ceñíos de sayal, lamentaos y discurrid por las cercas. Porque Milkom al destierro va, sus sacerdotes y sus jefes a una. (Jeremías 49, 3)

  • Yod. En tierra están sentados, en silencio, los ancianos de la hija de Sión; se han echado polvo en su cabeza, se han ceñido de sayal. Inclinan su cabeza hasta la tierra las vírgenes de Jerusalén. (Lamentaciones 2, 10)

  • Me ha quitado el vestido de paz, me he puesto el sayal de mis súplicas, clamaré al Eterno mientras viva. (Baruc 4, 20)


“Por que a tentação passada deixa na alma uma certa perturbação? perguntou um penitente a Padre Pio. Ele respondeu: “Você já presenciou um tremor de terra? Quando tudo estremece a sua volta, você também é sacudido; no entanto, não necessariamente fica enterrado nos destroços!” São Padre Pio de Pietrelcina